Trabajo común contra el muro de contención

Las situaciones excepcionales suelen aconsejar la adopción también de medidas excepcionales. Y en un país que debe afrontar un proceso de paz y normalización democrática y que, al mismo tiempo, debe luchar cada día para reivindicarse como pueblo y sujeto político y conquistar su derecho a decidir libremente su futuro, avanzar en ese terreno exige de acuerdos que, probablemente, no serían necesarios en un contexto diferente.

PNV y Sortu son dos partidos con modelos sociales y económicos muy diferentes, que resultan contrapuestos en muchos sentidos. Pero representando conjuntamente a una mayoría de este país, han de tener muy presente que hay materias como las antes mencionadas del proceso de paz y de la búsqueda de un nuevo estatus político por encima de sus propias diferencias. Por encima de sus lógicas desavenencias está ese muro de contención que tienen ante sí y es preciso derribar antes de que después cada uno pueda seguir por su propio camino. Y ese muro es la falta de actitud democrática constante mostrada por los sucesivos gobiernos españoles. Se podrá tener la opinión que se quiera sobre ETA, pero esta organización está dando pasos hacia su completo desarme mientras Madrid sigue conculcando los derechos de cientos de presos vascos, en una actitud que pretende sabotear la convivencia. Se puede ser independentista o no, pero Madrid sigue sin atender las demandas de que seamos los vascos y las vascas quienes decidamos nuestro futuro.

Trabajar conjuntamente para derruir ese muro de contención debiera ser un campo de acuerdo para PNV y Sortu. Arrimar el hombro en común en esa tarea no supone dejar de competir en el resto. En todo caso, también ayudaría a que la pugna electoral y las diferencias en otros ámbitos se condujeran por terrenos de respeto y rigor, sin caer en la descalificación constante del adversario ni en la búsqueda continua de llagas en las que hurgar con regocijo.

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