@gara_rpascual
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Elkarrizketa
Pablo SÁNCHEZ
Compositor y vocalista de La Raíz

«Hay un miedo generalizado a escribir, pintar, cantar, hablar, gritar, manifestarse...»

La banda La Raíz, tal y como la conocemos, nació en 2006 en Gandia (País Valencià) y en estos doce años, en los que han publicado cuatro discos de estudio, dos singles y un DVD grabado en el madrileño Palacio de Vistalegre ante 10.000 personas, se han consolidado como una referencia a nivel estatal gracias a sus ritmos de fusión, su potente directo y sus letras comprometidas. El 17 próximo de noviembre ofrecerán en València el concierto con el que se despedirán de los escenarios por un tiempo indefinido.

La Raíz, con Pablo Sánchez en el centro, en el concierto ofrecido en el madrileño Palacio de Vistalegre. (Irene BERNAD)
La Raíz, con Pablo Sánchez en el centro, en el concierto ofrecido en el madrileño Palacio de Vistalegre. (Irene BERNAD)

La cuenta atrás está en marcha. Desde que el 14 de diciembre de 2017 La Raíz hiciera público un comunicado en el que anunciaban un parón indefinido tras la gira ‘Nos volveremos a ver’ que han llevado a cabo durante este año, las hojas del calendario se habrán ido desprendiendo, a buen seguro, a un ritmo mucho más frenético del habitual para los once componentes de esta banda valenciana.  

Queda mes y medio para el concierto de despedida en València, y los ritmos de rock, ska y hip hop que con maestría han conjugado durante todos estos años se van tiñendo también de tonos de adiós, reflejados también en estas líneas en las que Pablo Sánchez, vocalista y compositor, echa la vista atrás y hace balance del camino que les ha llevado a convertirse en un auténtico fenómeno, que encabeza festivales, llena plazas y suma millones de reproducciones en las plataformas digitales. Posiblemente esta sea una de las últimas entrevistas de La Raíz antes del parón.  

Una de las últimas paradas de la gira ha traído a La Raíz a la Sala Totem de Atarrabia. 

La primera pregunta es casi obligada: ¿Cómo afronta esta recta final antes del concierto de despedida?
Llena de sensaciones para todos. Es imposible explicarlo en una entrevista, es una mezcla de muchas cosas que no siempre son agradables, en todo hay un poco de angustia, aunque en realidad siempre la hubo, pero era una angustia diferente.

¿Por qué parar ahora?
La parte compositiva necesita un respiro. Estamos muy orgullosos de los trabajos publicados hasta el momento y para estar a la altura es imposible no parar. Los que componemos necesitamos aire.

Este parón indefinido llega cuando La Raíz vive su mejor momento. ¿Cómo se fue madurando la idea de hacer un paréntesis?
Por mi parte, después del esfuerzo de la última composición, no vi fuerzas o inspiración para crear otro disco tan bueno como ese o para enfrentarme pronto a la exigencia que supone La Raíz con el cariz que ha cogido el grupo. Así que casi acabando de grabar ‘Entre Poetas y Presos’ ya rondaba esta idea.

Los motivos para dar este paso serán variados y difíciles de concentrar en una respuesta, pero ¿sentían la necesidad de tomarse un respiro y dar paso a la calma en unos tiempos en los que prima lo inmediato?
Es verdad que ahora nos hemos subido todas las personas a un carro muy rápido. Yo solo me doy cuenta cuando consumo otros grupos, lo queremos todo y lo queremos ahora, queremos más videoclips, más conciertos, más canciones, más discos… Es una locura, la música también ha sucumbido al ritmo frenético de esta sociedad, hace unos años sabíamos cada cuánto sacaban un disco los artistas que te gustaban, hoy navegamos en youtube escuchando canciones sueltas, en ese aspecto también es un alivio frenar.

Las despedidas suelen ser un buen momento para hacer balance. ¿Qué se lleva La Raíz de estos 12 años? 
Llevarnos nos llevamos mucho orgullo de haber tocado con los dedos de la mano todas las metas que hace unos años eran una utopía. Haber conquistado escenarios en muchos países que, por desgracia, están a la altura de muy pocos grupos. Sabemos que eso ha sido un sueño. Nos sentimos muy privilegiados por ello, pero estamos muy contentos de haber llegado hasta aquí con mucho esfuerzo y mucho trabajo y sobre todo desde la autogestión.

¿Cómo recuerdan el proceso de ir dando forma a un grupo con once músicos procedentes de distintas latitudes y de diversos orígenes musicales?
Fue algo muy natural, compartíamos amistad antes que tener un grupo, primero fueron los lazos de amistad, luego vendría el grupo, luego el trabajo. Ha sido una cosa completamente fluida.

¿Hay algún momento, ahora que se acerca la despedida, que recuerde de manera especial o que le haya marcado de una manera singular? 
Hace poco recordábamos que caminando por Buenos Aires dos personas desde un camión de mantenimiento empezaron a gritar por la ventana y a tocar la bocina, pensábamos que no iba con nosotros hasta que un chico sacó medio cuerpo por la ventana y nos cantó un estribillo nuestro. Nos estaban reconociendo por la calle en otro continente, en una capital enorme, en otro hemisferio, en otra parte del mundo.

¿Les queda alguna espina, algo en el tintero?
Volver a América Latina. Hay mucha gente que nos espera allí y es un público brutal.

A menudo se tiende a presentar la música como un motor de cambio. ¿Está de acuerdo o cree que se sobredimensiona ese poder transformador?
La música es música y es banda sonora. Te puede empujar a pensar un poco y puede cambiarte el día a día, te puede cambiar de ánimo, pero no puede cambiar el mundo.

Aunque, bueno, es relativo, porque si algo cambia tu día a día, también podría cambiar el mundo, ¿no? Es decir si tú y yo bailamos y compartimos el gusto por una banda también podemos acercarnos aunque hablemos diferente, pensemos diferente…

La música es un lenguaje aparte y puede tender muchos puentes, eso seguro. Creo que tender puentes en estos tiempos que corren podría ser un motor de cambio, ¿no?

Si es que lo hay, ¿cuál cree que ha sido el secreto del éxito de La Raíz?
Ser amigos y hacer las cosas desde la amistad, eso ya era un éxito cuando tocábamos frente a veinte personas. Creer en lo que hacemos porque sale desde muy adentro del corazón, esa es la verdad más cruda. No hay fórmula ni pócima.

En más de una ocasión han dicho que no les importa tocar para miles de personas o para cien. Más allá de la actitud y la entrega de cada concierto, ¿no dan vértigo los grandes escenarios?
Sería mentira si dijésemos que no dan, pero también han llegado progresivamente, nos habituamos a ellos y los vimos como un reto, al fin y al cabo es con lo que soñábamos en la adolescencia.

¿Cómo ha sido la experiencia de subirse al escenario en países como Colombia, México, Chile, Alemania, Polonia o incluso Nepal? ¿Es muy diferente?
Es algo diferente, sin duda. Cantan con acento de allí. Sobre todo América Latina e Italia han hecho suyas las canciones con acento de allí.

¿Cómo ven la industria musical actual? Sus trabajos, por ejemplo, se pueden descargar gratuitamente a través de su página web, ¿por qué tomaron esta decisión?
Porque venimos de internet y siempre hemos creído en eso, en la libre difusión. En realidad, con el paso de los años nos dimos cuenta de que se puede llegar más lejos con internet que con la industria. Todos los discos nuestros han estado en descarga gratuita, incluso algunos en descarga solidaria, podían pagar si querían lo que quisiesen y, oye, funcionó.

Su lema es «guerra al silencio», pero estos no son muy buenos tiempos para la libertad de expresión. Ahí está, por ejemplo, el caso de Valtònyc. ¿Cómo están viviendo esta situación? ¿En algún momento han tenido que pensar dos veces algo antes de decirlo?
Hay un miedo generalizado a escribir, pintar, cantar, hablar, gritar, manifestarse... Todas las cosas que te apetece hacer de niño nos las están controlando incluso cuando ya somos mayores. Hay algunos temas que no se pueden tocar… Por desgracia es todo bastante oscuro.

¿Tienen ya algún proyecto personal entre manos? ¿Algo que nos puedan adelantar?
Seguro saldrán cosas. Somos muchos. Es momento de probarnos, de trabajar sin tanta presión, de descubrir cosas. Seguro saldrán cosas. Somos once.

¿Se han parado a pensar cómo será el día después a ese último concierto en València?
No hemos tenido tiempo para eso o no queremos pensarlo.

Si la primera pregunta era obligada, la última no lo es menos: ¿Nos volveremos a ver?
Ojalá.