«El zapatismo rescató ideas que se iban perdiendo debido al auge neoliberal»
El médico mexicano José Cordero Guevara nos acerca en esta entrevista cómo fue el levantamiento zapatista del 1 de enero de 1994 y la repercusión que tuvo tanto en México como a nivel internacional. Estuvo ahí a mediados de los años 80 y en 1994 en pleno conflicto.
Este 1 de enero hace justo 30 años que, en un momento de apogeo del neoliberalismo, estalló en el sureño estado mexicano de Chiapas el levantamiento zapatista, una lucha por la dignidad de los pueblos indígenas que todavía sigue viva.
El médico mexicano José Cordero Guevara vive en Euskal Herria, pero conoce de primera mano la situación del sur de México y del Estado de Chiapas en particular. De hecho, estuvo ahí en dos periodos convulsos para la región: La primera entre 1983 y 1984, y la segunda a las pocas semanas de iniciarse el levantamiento zapatista en enero de 1994. En esta entrevista explica las razones de esta rebelión y cómo vivió el conflicto.
¿Qué factores avivaron el levantamiento zapatista? ¿Fue una sorpresa?
Para la década de los 80, Chiapas ya era una zona muy deteriorada tanto económicamente como socialmente. Además, se trata de una zona complicada y con muchos flujos migratorios, porque es la frontera sur de México con Centroamérica, que es una región muy conflictiva. La primera vez que estuve ahí, entre 1983 y 1984, era un momento en el que llegaban muchos refugiados de Guatemala debido a la represión y los golpes de estado que se sucedían.
Por aquel entonces, el gobernador del estado de Chiapas era el militar Absalón Castellanos, que era muy represor y venía de una familia de terratenientes. En 1988 Carlos Salinas de Gortari fue elegido presidente de México e impulsó una política muy neoliberal, privatizando algunas de las principales empresas mexicanas. Además, impulsó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte junto a Canadá y EEUU. Estas políticas debilitaban mucho la situación de los indígenas y sus tierras. Además, años más tarde generó una gran crisis económica.
Ya existían organizaciones indígenas y campesinas muy potentes, y que este alzamiento se produjese era cuestión de tiempo. A nivel personal no me sorprendió. De alguna manera o de otra iba a pasar.
En 1992, Francis Fukuyama exponía en un libro que, tras el fin de la Guerra Fría y la caída de la URSS, había terminado la historia entendida como lucha de clases e ideologías. Pero en 1994, el mismo día que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ocurrió el levantamiento zapatista. ¿Fue también una forma de decir «aquí estamos»?
Así es, en aquel entonces parecía que Fukuyama tenía una bola de cristal y sabía lo que iba a pasar. Pero efectivamente, el movimiento zapatista le demostró que no era así, que las situaciones de desigualdad seguían existiendo y que el problema principal no es el desarrollo y la producción, sino la distribución y la equidad. El conflicto entre los desposeídos y la gente que acapara la mayor parte de las riquezas continúa existiendo.
¿Qué supuso este levantamiento para el estado de Chiapas y para los pueblos indígenas de México en general?
Para gran parte del pueblo mexicano fue descubrir una situación que desconocían. Muchos mexicanos se enteraron en ese momento de la situación que vivían los indígenas, de la discriminación y la pobreza que sufrían. Dio a conocer la realidad de los pueblos indígenas, y ese era, en gran medida, el objetivo.
Desde el primer momento, el zapatismo fue un movimiento atípico comparado con los movimientos guerrilleros que había habido en México, que eran muy similares a los del resto de Latinoamérica. Creo que la forma que adoptó fue bastante novedosa. El zapatismo, aunque al principio pudiera parecer un guerrilla al uso, tuvo unas características muy diferentes, realmente fue más un movimiento político que militar. Militarmente tenía muy poca fuerza, y no era su intención tomar el poder ni originar un conflicto armado. La intención era denunciar y poner encima de la mesa la situación que se estaba viviendo. En general, el movimiento zapatista ha sido y es un movimiento de resistencia.
«Hubo una cobertura muy amplia del conflicto, y el papel de los medios internacionales fue muy importante para que la represión no fuera tan agresiva»
¿Por qué cree que tuvo tanto eco a nivel internacional?
La gran virtud del movimiento zapatista y del EZLN fue la capacidad de transmitir y de comunicar su situación y sus reivindicaciones. Fueron capaces de articular un discurso con el que se identificaba mucha gente. Rescataron la lucha por la dignidad de los pueblos, los modos de vida respetuosos con la naturaleza, la convivencia... ideas que para aquel entonces se iban perdiendo debido al auge neoliberal.
Hubo una gran solidaridad desde diferentes puntos del mundo, no solo en México. Además hubo una cobertura muy amplia del conflicto, y el papel de los medios internacionales fue muy importante. Esto fue clave para que la represión contra el movimiento zapatista no fuera tan agresiva.
A nivel personal, ¿que relación tuvo con el levantamiento zapatista?
Yo en ese momento estaba viviendo en el Estado español. Semanas después del alzamiento, viendo la represión que estaban viviendo las comunidades indígenas, me propusieron ir a un hospital de Altamirano con la organización Médicos del Mundo. Había un gran hostigamiento tanto por el ejército mexicano como por guardias de los terratenientes. Debido a esa situación, los hospitales se fueron quedando sin personal médico, y yo fui a reforzar el hospital y también a impedir que la represión fuera a más porque en este tipo de conflictos, normalmente, con la presencia de organizaciones internacionales la represión no llega a cotas tan altas. Estuve ahí un par de meses.
¿Cómo vivió la situación?
Es verdad que no hubo grandes operativos militares y tampoco grandes matanzas. Pero sí que, de vez en cuando, entraban a las comunidades y detenían e incluso mataban a dirigentes indígenas. El hostigamiento era constante. Al hospital llegaba gente herida por armas de fuego.
«El hostigamiento era constante, al hospital llegaba gente herida por armas de fuego»
Treinta años después, ¿cuál es la situación en Chiapas? ¿Qué queda del movimiento zapatista?
Los zapatistas siguen con sus reivindicaciones, pese a que las condiciones sean difíciles. Aunque más allá de Chiapas no ha conseguido trascender mucho, el zapatismo sigue representando una resistencia de unos valores importantes. Siguen existiendo las comunidades zapatistas, que se autogestionan y van adaptándose a las circunstancias, pero manteniendo siempre su autonomía y sus valores. Siguen luchando e innovando en sus formas para que no les asfixie el Estado mexicano.
Yo ahora mismo la situación no la conozco tanto, pero creo que ya no existe ese nivel de conflicto. Sin embargo, aunque no haya hostigamiento a nivel militar, sí lo hay a nivel económico y social.