1977/2024 , February 26

Iñaki  Iriondo
Cronista político

La investidura que devolvió al PNV a Ajuria Enea siendo segundo en escaños y Karlos Ioldi fue candidato

Karlos Ioldi acaba su discurso de investidura puño en alto.
Karlos Ioldi acaba su discurso de investidura puño en alto. (Javier GALLEGO | EGIN)

El 26 de febrero de 1984 se celebraron las últimas elecciones autonómicas antes de que el PNV sufriera la escisión de EA. Los jeltzales, con el lehendakari Carlos Garaikoetxea aspirando a repetir en el cargo, obtuvieron el 42% de los votos y 32 escaños, seguidos del PSE con 19, HB con 11, el PP con 7 y EE con 6. Pero a Garaikoetxea y Xabier Arzalluz se les rompió el amor, el partido saltó por los aires y José Antonio Ardanza entró en Ajuria Enea el 26 de enero de 1985.

Tras sobrevivir más de un año con el partido dividido en el propio Parlamento y un acuerdo de investidura con el PSE, José Antonio Ardanza convocó elecciones para el 30 de noviembre de 1986 y el resultado fue endiablado. El PNV ganó en votos, pero se quedó con 17 parlamentarios, mientras que el PSE fue segundo en el número de papeletas, pero sumó 19 escaños. El tercer partido más votado fue HB, que logró 13 escaños, EA tuvo otros 13, EE 9, AP 2 y el CDS otros 2.

Y las negociaciones se alargaron hasta que el pleno de investidura se celebró el 26 de febrero de 1987 con dos protagonistas principales. Por un lado, José Antonio Ardanza, que consiguió volver a Ajuria Enea a pesar de tener menos escaños que el PSE. Y, por otro, Karlos Ioldi, militante de ETA de 23 años, encarcelado en la prisión de alta seguridad de Herrera de la Mancha, elegido parlamentario en las listas de Herri Batasuna y que fue el único que se enfrentó a Ardanza para ser elegido lehendakari, no porque esperara llegar a Ajuria Enea, sino porque así dispuso de un discurso televisado para decir lo que muchos no querían escuchar.

Aquella investidura de 1987 adquiere actualidad en estos tiempos de vísperas electorales, porque algunas encuestas muestran que el PNV, como en aquella ocasión, podría quizá ganar en votos pero quedar segunda en escaños, en este caso por detrás de EH Bildu, una coalición que agrupa, entre otros, a quienes militaron en la Herri Batasuna que llevó a Ioldi al Parlamento y de la que es fundadora Eusko Alkartasuna, el partido que creó y presidió Carlos Garaikoetxea tras la escisión.

Txiki Benegas cedió el puesto a Ardanza

Los resultados de las elecciones posibilitaban la creación de un gobierno alternativo al previsto del PNV presidido por José Antonio Ardanza. El PSE con 19 escaños, EA con 13 y EE con 9 estuvieron negociando la posibilidad de suscribir un acuerdo de coalición que finalmente no llegó a buen puerto. Unos aseguran que por la exigencia de EA y EE de la transferencia de la Seguridad Social. Otros señalan que todos querían poner a su líder en Ajuria Enea.

Así que pronto se optó por poner en marcha la fórmula de la coalición PNV-PSE que después tantas veces se ha repetido. Pero el candidato con más escaños era José María Benegas, de forma que los jeltzales habían hablado de abrir un periodo de reflexión, asumiendo que se iban a la oposición. Así que cuando Ramón Jáuregui, entonces delegado del Gobierno español en la CAV, tocó la puerta de Sabin Etxea, se encontró con la petición de que José Antonio Ardanza fuera el lehendakari, y el PSE aceptó.

«Hicimos lo mejor», aseguró Benegas años después, puesto que se enfrentaba a liderar un Parlamento con una mayoría absoluta de partidos abertzales, aunque por aquellos años HB no participaba de la vida parlamentaria. La noche de la firma del pacto, Benegas habló de «un acuerdo histórico entre dos grandes partidos, porque supone un compromiso de integración entre dos puntos de vista diferente. Es un compromiso por la estabilidad y el compromiso social».

José Antonio Ardanza fue investido con los votos de PNV, PSE y hasta del CDS. Luego nombró a Ramón Jáuregui vicelehendakari.

Un candidato con ida y vuelta a la cárcel

Aquel 26 de febrero de 1987 fue también la primera vez que HB presentó un candidato a lehendakari con la especificidad de que estaba preso. Así que la primera batalla fue que Karlos Ioldi pudiera acceder a la condición de parlamentario; después que, por ser electo, obtuviera la inmunidad que le correspondía y, por lo tanto, se le pusiera en libertad, puesto que no estaba condenado sino a la espera de juicio. Y, finalmente, que pudiera participar en el pleno de investidura.

Fueron días tensos dentro y fuera del Parlamento, con Ioldi de ida y vuelta a la cárcel de Langraiz, escoltado por ertzainas. Finalmente, el candidato de Herri Batasuna pudo hacer su discurso que, por cierto, fue televisado en directo.

Con un jersey de lana jaspeado, con la insignia de las Gestoras pro-Amnistía, una camisa azul a cuadros y pantalones vaqueros, tal y como había llegado desde su celda, Ioldi pudo recibir ese día en la sede de la Cámara la visita de su madre, de su novia y de otros familiares. Desde la tribuna de oradores el candidato manifestó: «Vuelvo a la cárcel con el profundo convencimiento de que el futuro es nuestro». Lanzó un mensaje de lucha y resistencia, como quedó reflejado en la crónica de 'Egin', y cerró su discurso con un rotundo «ez gara damutuko, ez gara makurtuko, zuek kanpoan eta gu barruan, aurrera! Jo ta ke irabazi arte! Gora Euskadi Askatuta!». En el exterior cargaba la Policía.