1977/2024 , March 5

Artefaktua
Interview

Alli: «Sanz sabe que no me vendo»

Corría el 5 de marzo de 1995 y 'Egin' publicaba en portada una entrevista con Juan Cruz Alli (Iruñea, 1942), presidente del Gobierno navarro, donde hablaba sin pelos en la lengua de sus desencuentros con UPN, partido que abandonaría para crear el ya desaparecido Convergencia de Demócratas de Navarra (CDN). No había redes sociales entonces, pero hoy en día la entrevista de Ramón Sola y Fermin Munarriz habría sido viral.

Portada de aquel 'Egin' del 5 de marzo de 1995.
Portada de aquel 'Egin' del 5 de marzo de 1995. (NAIZ)

La entrevista tuvo lugar dos meses y medio antes de que se celebraran las elecciones autonómicas de Nafarroa en 1995, a las que finalmente Alli concurrió liderando su nueva formación, CDN. El partido obtuvo 10 escaños frente a los 17 alcanzados por UPN, encabezada ya por Miguel Sanz. Sin embargo, el acuerdo entre CDN, EA y PSN llevaría al candidato de este último partido, Javier Otano, a la presidencia del Gobierno de Nafarroa. Esta es la transcripción de la entrevista:

JUAN CRUZ ALLI, presidente del gobierno de Nafarroa

«Mi futuro en UPN no existe»

Ramón Sola / Fermín Munarriz

Juan Cruz Alli relata su historia de desencuentros con UPN con cierto deje de desencanto y sin escatimar críticas hacia los sectores del partido que han confluido para apartarle de la presidencia del Gobierno. Tras calificar de «paradigma de la mentira» a Rafael Gurrea y denunciar las maniobras de Del Burgo para llevar a UPN «de la mano» hasta el PP, el presidente sigue pintando un enorme interrogante sobre su futuro.

Acepta que no tiene cabida en su partido después de enfrentarse al aparato, al que acusa de utilizar falsamente «mi supuesto vasquismo» como arma de descalificación, y solo tiene claro que no participará en un ejecutivo presidido por Miguel Sanz porque «no me vendo por un caramelo».

Interior de la entrevista. (NAIZ)

La conversación con Juan Cruz Alli se desarrolla en vísperas de la asamblea más tensa de la historia de UPN y en la misma semana en que el presidente ha dibujado todavía más incógnitas sobre su futuro. El lunes respondió con ambigüedad al preguntarle si votaría a UPN, y dos días después dejó claro que se sentía «liberado».

Usted parece estar alimentando la hipótesis de que su futuro está al margen de UPN.

¡Qué sé yo dónde estaré en mayo, ni si estaré! No voy a caer en lo que están promoviendo algunos que lanzan una campaña de insidias haciendo descalificaciones y diciendo en los comités locales que «éste nos va a hacer un partido político». Pretenden dar a entender que el mal resultado que pueda conseguir UPN en mayo no es consecuencia de no haber elegido al mejor candidato a la Presidencia, sino de la labor de desgaste que están protagonizando Alli y su gente. Quizás Rafael Gurrea conozca esas encuestas que se citan, pero lo dudo. Siempre tengo presente una cosa que le dijo Urralburu en el Parlamento: «Señor Gurrea, usted cuando dice la verdad se sonroja».

Pero no puede negar que existe una demanda en su favor entre la sociedad...

Eso dicen. Hay gente que me encuentro por la calle y me dice «si montas un partido, yo contigo», pero no lo percibo como un movimiento de la sociedad que lo demanda.

¿Y qué les contesta a esas personas?

Les doy las gracias por lo que supone de apoyo personal y punto. También es cierto que hay gente más introducida en el mundo del análisis político que me dice que sería un proyecto muy viable en Nafarroa y que podría colocarse como la segunda fuerza política, pero no veo que una opción de centro pueda tener una presencia importante. UPN se define estatutariamente como partido centrista, pero esa posición de centro no es asumida dentro del partido por muchos dirigentes y mucha afiliación. Sus comportamientos son autoritarios y su sitio es la derecha.

¿Qué estado de animo le dejó la recogida de firmas en su apoyo?
Mi ánimo suele ser distante y equilibrado, practico una especie de santa indiferencia. Sabía que podía salir bien y mal, pero me parece una iniciativa muy valiosa. Que haya un grupo de afiliados capaces de poner en marcha eso, de enfrentarse a la estructura de poder del partido, de recibir todo tipo de descalificaciones, de ser llevados al Comité de Disciplina sólo porque quieren potenciar el ejercicio de un derecho de los afiliados... es digno de todo elogio. Eran conscientes de que jugaban como David frente a Goliat, y encima en este caso las estructuras del partido tenían la honda, la catapulta, el aceite hirviendo y el Tribunal de la Inquisición. Todo esto tenía que hacer pensar a la dirección que hay gente que no se deja engañar, pero no lo harán.

¿Existe alguna posibilidad de que forme parte del Gobierno bajo el liderazgo de Miguel Sanz?
En absoluto. Miguel Sanz sabe muy bien que yo no me vendo por un caramelico. Me ha propuesto ser senador autonómico y presidente del Consejo Consultivo de Navarra. De plano y sin rodeos le dije que no, que si pretendían que fuese con ellos para darles la legitimidad y el apoyo que no tienen, no me compraba, no estoy en venta. Y mucho menos si ese es un Gobierno de coalición, como están pretendiendo.

¿Tiene constancia de ello?

Sí. Tratan de comprometer al Partido Socialista para asegurar ese Gobierno, por dos razones. Si se modifica el Amejoramiento, para asegurar la mayoría absoluta. Si no, porque ya es muy positivo que haya un pacto de gobierno antes de la investidura para no tener que estar constantemente negociando con el desgaste que produce. Y el PSOE se deja querer, aunque no puede aparecer ante la opinión pública así porque se lo pondría muy fácil a IU, que diría, como ya dice, que el PSOE tiene un pacto con UPN. En resumen, quieren salir juntos pero sin que se les vea.

En su explicación de los avatares sufridos en el seno del partido no se puede obviar la influencia de sus posicionamientos respecto al conflicto entre Euskal Herria y el Estado español, desde la presencia en el Nafarroa Oinez hasta su apoyo a un acto de Euskaria ante el monolito de Amaiur o las declaraciones en favor de la negociación Gobierno-ETA. Usted denuncia que le están pasando facturas por no atender presiones, pero ¿qué peso han podido tener en su relegación los posicionamientos relacionados con lo que Aizpún llama la «cosa vasca»?

Un peso decisivo, sobre todo para el proceso de descalificación. Una de las acusaciones permanentes es mi supuesto vasquismo, que si soy un submarino del PNV, que si voy a llevar a Navarra a la integración en la CAV. Todo eso lo están utilizando de una forma desvergonzada y cínica, porque saben que es falso. Con eso hay que contar, porque en los aparatos de los partidos hay gente muy mentirosa. Tenemos una persona que es el paradigma de la mentira, a la que el señor Urralburu le dijo que, cuando decía la verdad, se sonrojaba. A través de la mentira intentan engañar a la gente más sencilla, más simple, menos crítica y más visceral. Toda esa gente que por ser buen navarro tiene que ser radicalmente anti-vasco. En vez de buscar una Navarra integrada, fomentan el radicalismo, enfrentamiento. No entienden el papel institucional del presidente, creen que debe ser un hombre de partido y partidista.

Pero, aparte de como se utilicen, esos posicionamientos no caben en la concepción de su partido.

Yo creo que sí. Hace poco di una conferencia en las jornadas de Elkarri y a una persona significada de UPN sólo se le quedó una cosa: que yo dije que había que condenar la violencia pero intentar comprender a quienes la practican. Esa idea puramente humanista es rechazada radicalmente por esta persona, y su argumento era que cómo se podía decir eso cuando Ordóñez estaba recién asesinado. Quizás participe también de los principios humanistas, pero lo traduce pensando que esa persona no tiene derechos y que hay que matarla. Su ideología es seguramente la de la Ley del Talión.

¿Estos son los debates que no ha conseguido abrir en su partido? ¿Qué pasa por ejemplo con la insumisión?

El debate político exige comprometerse, hacer un ejercicio de debate interno, y eso es incómodo. Es mejor andar flotando por las nubes. Me he posicionado sobre la insumisión, he dicho que debe ser abolida como delito, y me critican. ¿Pero cuál es su postura? ¿Qué piensan de esto?

¿Y un partido en permanente indefinición como UPN puede tener algún futuro?

Puede tener un futuro brillante. Todo depende de cómo lo valore la sociedad. Si funciona en una sociedad dinámica, ningún futuro. Pero ahora juegan con el monopolio de la oferta, porque el PSOE está en una profunda crisis.

Esta apuesta por lo «malo conocido», ¿fue la que les impulsó a arropar a Jaime cuando existían datos para cuestionar la limpieza de su gestión?

Esa decisión se adoptó después de un proceso interno basado en una ponencia que investiga unos expedientes sobre los que yo no había dicho una palabra, y que llega a la conclusión de que no hay nada. En todo esto subyace una actitud de cerrar filas en el grupo dominante, al que se han acercado otras personas con el objetivo de autoprotegerse

(En este punto de la conversación, Juan Cruz Alli hace un alto para analizar la curiosa confluencia de intereses que se han producido entre los diferentes sectores de UPN).

¿Todos buscan autoprotegerse?

La finalidad de la gente que llega del PP, Del Burgo y compañía, es otra. Yo creo que Del Burgo persigue una cosa distinta: visto que el señor Aizpún es una persona mayor y con problemas de salud, visto que Jaime está quemado políticamente, visto que confía en que Sanz se va a quemar solo o, en un momento dado, se puede prescindir cómodamente de él, se ve como presidente de UPN. Y como no cree en los partidos regionalistas, una vez convertido en presidente va a llevar a UPN de la mano hasta el PP.

¿Qué influencia ha tenido el descubrimiento de la relacion entre el expresidente Urralburu y Luis Roldán en la política navarra?

En primer lugar, una desconfianza de los ciudadanos, que descubrieron un submundo de intereses. Y, en segundo lugar, el tema tuvo repercusión cuando UPN debate si apoya o no la comisión de investigación sobre Urralburu, porque ahí hubo una presión directa del PSOE. Ellos la niegan, pero yo la afirmo. Tuve que decirle al Comité Ejecutivo que si UPN apoyaba la creación de esa comisión, el PSOE promovería otras para investigar a Jaime, López Borderías y De León.

Y entonces llegó la petición de la dimisión de Jaime.

Vi que UPN estaba en manos del PSOE, que era reo, y puse de relieve ante el Comité Ejecutivo que estábamos bajo sospecha de la opinión pública. Esto provoca otro escándalo y una situación de abierto enfrentamiento, pero en realidad todo se remonta al tema de la autovía, cuando se produce un rechazo por parte de Del Burgo y la gente del PP a los ajustes técnicos en Dos Hermanas, y se lanza incluso una iniciativa para relevarme de la presidencia. En  este proceso se van formando grupos y yo rompo con el grupo mayoritario con el tema del europarlamentario.

¿Qué ocurrió?

Que me engañaron de una forma ignominiosa. Ellos sabían que yo estaba comprometido con Javier Pomés, pero quisieron hacer un ejercicio de «quién manda aquí». Alfredo Jaime quiere salir, pero yo le digo que no, que ni tiene conocimiento de idiomas ni preparación, y sobre todo que tiene un compromiso con el Ayuntamiento. Entonces la reacción de Jaime es decir: «si yo no salgo, el que tú quieres tampoco». Me la jugaron y yo les dije que no contaran conmigo para nada.

¿En qué situación queda entonces?

Aunque les gustaría, no me echarán para no convertirme en mártir. Si lo hicieran, justificarían que yo tomara otras iniciativas. Salvo que hubiese un cambio radical en un próximo congreso, sé que mi futuro en UPN no existe, y dudo de que se produzcan modificaciones porque tanto Miguel Sanz como Alfredo Jaime, etcétera, son maestros en crear vínculos, controlar a las gentes, en lo que se llama el caciquismo interno de los partidos.


Alli: «Siempre he dicho que el GAL era terrorismo de Estado»

El descubrimiento de la implicación de los apartados del Estado y altos cargos gubernamentales en la trama del GAL no ha pillado fuera de juego a Juan Cruz Alli, que afirma que «quien haya seguido mis declaraciones sabe que yo siempre he manifestado que el GAL es terrorismo de Estado. Eso era evidente y notorio, y quien pensaba que no era así o es tonto o es que no quería verlo». Su explicación es rotunda. «Dos policías nacionales como Amedo y Domínguez ni son tan listos, ni tienen tanto dinero, ni tanta capacidad de maniobra, ni tanta impunidad por sí solos», indica.

Del mismo modo, tampoco le asombra lo más mínimo la actitud del Gobierno actual, «porque entiendo que se niegue. El general Saénz de Santamaría lo definió muy bien cuando afirmó que estas cosas no se hacen, si se hacen no se dicen y si se dicen se niegan».

Lo que considera «injustificable» es la actitud de algunos representantes del Gobierno y plumas periodísticas que intentan dar legitimidad a las expresiones de guerra sucia. Así, Alli recuerda un reciente discurso pronunciado ante el Instituto Navarro de Función Pública en el que señaló que «la libre utilización de los medios al margen de la legalidad, el desprecio y la falta de respeto a los derechos de los ciudadanos, la impunidad legal de las estructuras políticas son comportamientos autoritarios basados en la idea que con la fuerza del poder se gana el respeto de los ciudadanos. Hitler ya dijo que la brutalidad inspira respeto».

«Al margen de la legalidad, no hay ni razón de Estado ni eficacia ni interés general –resume Allí–. Como dijo mi buen amigo y admirado Adolfo Suárez, se puede estar en el borde de la legalidad, pero en el lado de aquí».

Los intentos de justificación de la guerra sucia sirven a Juan Cruz Alli para tender un puente hacia la implicación de cargos políticos en actividades corruptas. «El GAL se ha financiado con los fondos reservados, y eso te explica otros procesos simultáneos y posteriores. La gente que no tiene valores éticos como para respetar la vida, ¿cómo va a respetar el patrimonio? Si se puede matar, ¿cómo no se va a poder llevar el dinero acaso? ¿Si eso es pecado venial?».

El presidente navarro no se atreve a precisar si todos estos escándalos tendrán consecuencias algún día más o menos próximo. «En un país sano debiera traer gravísimas consecuencias, en el comportamiento de los poderes públicos y de los ciudadanos. Por motivos menos graves han caído gobiernos enteros en países europeos o un presidente de los Estados Unidos. Si queremos salir de un país bananero, de charanga y pandereta, para ser un país europeo, tenemos que tener las pautas de los países europeos».