1977/2024 , March 7

Amaia Ereñaga
Erredaktorea, kulturan espezializatua

Archivo de Lazkao, una joya revisitada

El Archivo de Lazkao esconde joyas en forma de libros, pegatinas y documentación diversa relativa a la cuestión vasca. Pero no es una joya escondida ni perdida, al menos para nuestros lectores, porque a lo largo de los años lo hemos visitado varias veces.

Aita Agirre, 'pillado' en el archivo.
Aita Agirre, 'pillado' en el archivo. (Conny BEYREUTHER)

Cuando, en 1970, el benedictino Juan José Agirre se hizo cargo de la biblioteca del monasterio de los Benedictinos de Lazkao arrancó lo que, con el tiempo y su tesón, se ha convertido en el gran archivo de cuestiones vascas. Poco antes de su renovación y de la apertura de su nueva sede, Gotzon Aranburu y Conny Beyreuther la visitaban para un reportaje que salió publicado un día como hoy, en 2010.

Por cierto, Gotzon Aranburu debe de ser uno de los periodistas y fotógrafos que más veces ha estado en este centro de documentación. Y si no es así, tal vez sí sea uno de los que más lo han disfrutado. En 2013, regresó y publicó otro reportaje; también una galería fotográfica.

Aquel reportaje, que hasta ahora no estaba en las redes, se titulaba «Archivo de Lazkao. De los incunables a Internet», y se adentraba en los dominios de aita Agirre antes de su 'salto' a la nueva sede, en aquella época todavía en periodo de montaje. Era antes de convertirse en LBF (Lazkaoko Beneditarren Fundazioa). Por cierto, en GAUR8, en 2023 lo volvimos a visitar: siempre esconde algo que nos sorprende. Aquí el reportaje de 2010:
 

Archivo de Lazkao. De los incunables a Internet

Gotzon Aranburu

Penetrar en los dominios del benedictino Juan José Agirre en el convento de esta orden en Lazkao es abrir el baúl de los tesoros; tesoros en forma de libros, acumulados en estanterías, escritos en euskara, castellano, latín, griego, hebreo, chino, sánscrito y docenas de idiomas más. La inmensa biblioteca y archivo documental que custodia y enriquece día a día este fraile tiene un valor incalculable en todos los aspectos.

Acabamos de hojear un incunable de 1494, con todas las capitulares trazadas y coloreadas a mano, y Juan José Agirre ya nos ha puesto en las manos el 'Ambrosii Calepini Dictionarium', publicado en Lyon en 1586, un compendio de la cultura latina que se editó y reeditó a lo largo del Renacimiento y del Barroco. Son libros que raramente se exponen en museos y siempre protegidos tras un cristal los que estamos hojeando libremente, mientras el benedictino nos hace notar cada uno de los detalles de la obra, desde la encuadernación en piel de becerro hasta la elegante tipografía gótica.

El entusiasmo de este hombre es contagioso. Nada que ver con las repetitivas y monocordes peroratas de los guías de museo; Agirre conoce cada uno de los libros y documentos que se guardan en Lazkao, sabe cómo han llegado hasta este rincón del Goierri guipuzcoano, explica las técnicas de conservación y catalogación, se preocupa por el futuro de los fondos, plantea su puesta a disposición de los investigadores y el público en general... y, mientras habla, nos sigue mostrando maravillas, como el 'Pedacio Dioscorides' traducido del griego al castellano en 1563, plagado de xilografías en sus setecientas páginas y subtitulado 'Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos'.

Lo extraordinario de este volumen no es tanto su antigüedad o la perfección de sus grabados a la madera, sino esos párrafos, a veces sólo dos o tres líneas, que aparecen tachados a conciencia en determinadas páginas.

Nos hace saber que los garbanzos, además de muy beneficiosos para la función renal y facilitar la menstruación de la mujer, poseen ciertas virtudes eróticas que Dioscorides, médico griego del siglo I, conocía


«Zergatik daude ezabatuta?», preguntamos intrigados, y aita Agirre nos señala una inscripción hecha a mano en la primera página del libro. Aquí está la explicación; un tal Joseph De la Cruz, sacerdote, certifica haber leído el volumen de principio a fin y haberlo expurgado por encargo de la Santa Inquisición hasta dejarlo conforme a la doctrina de la Santa Madre Iglesia. Pero... si es un libro de botánica.

Sí, pero el peligro acecha donde uno menos lo espera, responde Juan José Agirre, y se ríe abiertamente de las ocurrencias de aquel censor, al tiempo que confiesa sin rubor haberse dejado las pestañas tratando de leer al trasluz el texto que subyace bajo la tinta censora. Así supo él, y nos hace saber a nosotros, que los garbanzos, además de muy beneficiosos para la función renal y para facilitar la menstruación de la mujer, poseen ciertas virtudes eróticas que Dioscorides, médico griego del siglo I, conocía y que la Santa Inquisición no consideró adecuado que llegaran a oídos del pueblo llano.

Abandonamos esta primera sala de la biblioteca, no sin antes echar un vistazo al colosal 'Corpus iris civilis', más conocido como 'Código de Justiniano I', el corpus jurídico mandado compilar por este emperador de Bizancio, y nos encaminamos obedientemente a otra sala del edificio, tras un Juan José Agirre que camina ligero, a pesar de haber sufrido una peligrosa caída hace pocos días.

En el camino tropezamos con un joven que lleva un ordenador portátil y que el fraile nos presenta: «Es Daniel Escribano, mallorquín, que está haciendo el doctorado en Sociología y consulta los documentos que tenemos aquí del periodo franquista».

En un euskara perfecto, aprendido en Barcelona, Daniel nos cuenta que ya lleva tres años trabajando en el archivo de Lazkao a razón de seis meses al año. Se aloja en la hospedería que regentan, también en Lazkao, las monjas de clausura benedictinas. «Sí, al otro lado de la calle. Unos pocos pasos y ya estoy en mi mesa de trabajo. También puedo visitar archivos de Gasteiz e Iruñea, pero la parte del león está aquí». En este momento, pasa a su portátil el contenido de una revista de UGT de 1977 en cuya portada aparece la foto de una manifestación pro amnistía celebrada en Donostia.

El nuevo edificio

Junto al convento benedictino, comunicado con él por un pasillo metálico resguardado de las inclemencias meteorológicas, se alza el nuevo edificio que albergará en un futuro ya próximo el archivo documental reunido por Agirre, excluida la biblioteca, que continuará en su actual emplazamiento.

Es una decisión lógica, pues son tantos miles de volúmenes los que se guardan en el convento que, simplemente, no caben en el edificio recién terminado. El nuevo archivo, al que todavía le falta el mobiliario, ha sido diseñado con criterios de funcionalidad, de forma que los investigadores que acudan a él puedan trabajar con comodidad. Juan José Agirre, que durante años ha ayudado a quienes se han acercado a Lazkao a trabajar en tesis doctorales o libros, sabe bien qué requisitos debe cumplir un centro de estas características, y su mano se encuentra detrás de cada detalle constructivo.

Para empezar, la planta baja del edificio, un cubo rectangular, se dedicará a salas de trabajo, sección de distribución y ordenación del material, despacho del director y aseos. La superior se destinará íntegramente a almacenaje de los fondos: periódicos, revistas, folletos, panfletos, informes, carteles, pegatinas... es decir, todo documento de interés informativo que no sea libro.

En total, son 580 metros cuadrados de superficie. ¿Cuándo empezará a funcionar este nuevo archivo? Agirre querría que fuera lo antes posible, pero los actuales recortes presupuestarios aplicados en las instituciones que asumieron la construcción del centro y su dotación de mobiliario (la Diputación de Gipuzkoa en un 82% y el Ayuntamiento de Lazkao en el resto) provocan que el proceso haya sufrido un retraso sobre la fecha prevista.

Estas dificultades financieras harán que, en lugar de instalar todo el mobiliario de una sola vez, se destinen partidas para ir comprando poco a poco ordenadores, mesas, estanterías o archivadores. Uno de los objetivos que por fin podrá realizar Agirre en el nuevo edificio es el de montar exposiciones periódicas de los libros y documentos más interesantes de los fondos, para lo que se ha destinado una hermosa sala cuadrangular, vaciada en el centro e iluminada por un tragaluz.

«Tengo pensado empezar por la colección de biblias que poseemos, en ochenta idiomas en total, desde el euskara hasta el sánscrito, pasando por el castellano, latín, griego, hebreo, chino, urdí, quechi, japonés... De la India tenemos biblias en 23 idiomas que se hablan en aquel país, traídas por misioneros».

«A la hora de organizar los documentos del archivo es muy importante –señala aita Agirre– distinguir entre publicaciones vivas y muertas»


La última incorporación ha sido una versión en coreano que llegó las pasadas Navidades. La idea del benedictino es mostrar todos los libros abiertos en la página que muestra el Padre Nuestro; menos mal que sabe que está en San Mateo seis, versículos nueve al trece ¿Cómo encontrarlo, si no, en la biblia malaya o quechua, por ejemplo?

«A la hora de organizar los documentos del archivo es muy importante –señala aita Agirre– distinguir entre publicaciones vivas y muertas, términos que en biblioteconomía distinguen las que se siguen publicando de las ya desaparecidas. Por ejemplo, la revista 'Anaitasuna', muy importante en el franquismo, que se publicó entre 1954 y 1982, supone un determinado número de ejemplares y ocupa su correspondiente espacio en las estanterías, un espacio que ya sabemos exactamente cuál es, equis metros. Sin embargo, 'Zeruko Argia', desde 1980 'Argia', es una publicación viva, que nos llega cada semana, y tenemos que prever el espacio que requerirá en el futuro. Como ves, en el convento las estanterías están llenas a reventar, y eso eso algo que no sucederá en el nuevo ejercicio».

Mientras los operarios ultiman los detalles del jardín que rodea el futuro archivo, Agirre nos hace notar que una de las fachadas del gran cubo carece de ventanas o cristaleras en su mitad superior, con el objeto de que la luz solar no estropee el material (papel, al fin y al cabo) allí depositado, mientras que la fachada opuesta queda a la sombra de las viviendas circundantes.

La zona en la que trabajarán los investigadores y estudiosos sí recibirá luz solar, pero tamizada por unas viseras estratégicamente adheridas en el exterior del edifico.

Efectivamente, no es cierto que la cultura no ocupe lugar. Ocupa, y mucho. Los periódicos, por ejemplo. Encuadernados por meses, llenan media planta de las tres con las que cuenta la biblioteca conventual. Aquí está la colección completa, desde los números 0 realizados como prueba de 'Egin', 'Euskaldunon Egunkaria', GARA, 'Berria' e 'Hitza'; en el caso de 'Egin' y 'Euskaldunon Egunkaria', lógicamente, hasta su clausura policial.

También se guardan 'Deia' y 'El Diario Vasco', pero estos últimos sólo hasta setiembre de 2003, cuando se dejaron de almacenar por falta de espacio.

Aita Agirre, que ha encuadernado con su propias manos muchos de estos tomos, «para ahorrar un dinero», pugna ahora por recibir todos estos periódicos en formato DVD, de forma que su archivo y consulta sean más sencillos.

No deja pasar la ocasión de poner a prueba al periodista, práctica que lleva a cabo «para ver si los que venís por aquí sabéis de lo que estamos hablando»


La visita nos lleva de una sala a otra, sin interrupción, y con un frío considerable esta mañana de febrero. Es el turno de la sección vasca, con joyas como la primera gramática vasca (Manuel de Larramendi, 1729), la colosal obra 'Jesusen amore nequeei dagozten cembat oitz-gai', de Sebastián de Mendiburu, en once volúmenes, o colecciones completas de 'catechima' (catecismos) editados en Ipar Euskal Herria desde el siglo XVII.

Juan José Agirre, gran conversador además de erudito, no deja pasar la ocasión de poner a prueba al periodista, práctica que lleva a cabo «para ver si los que venís por aquí sabéis de lo que estamos hablando». En el caso del firmante, que acaricia el pergamino de la gramática de Larramendi, la pregunta del examen es: ¿Por qué se llama 'El imposible vencido'? «Estooooo... porque se considera un trabajo difícil, ¿no?».

Aprobado pelado y por la magnanimidad del profesor, indica su sonrisa. «Lee aquí», ordena. Leo: «Hasta ahora han tenido por impossible reducir a methodo y reglas el Bascunenze. no solo los ignorantes, sino también los doctos, no solo los extraños, sino también los proprios...».

La prueba para la fotógrafa llega un un poco más tarde, cuando deja caer, a la vista de la colección de la revista 'Hika', que en su día trabajó para esta publicación: «Entonces, sabrás cómo se llamaba la revista de EMK, ¿no?». «Pues...». Aita Agirre abre uno de los gruesos volúmenes de índices (hecho por él) que sirven de guía para bucear en la biblioteca y señala con el dedo: «'Zer egin', revista de EMK».

Y pensar que este fraile nos ha avisado de que a la una tenemos que marcharnos porque es su hora de rezar en la comunidad...

Hablando de índices, es hora de referirnos al gran trabajo que en este momento se trae entre manos Agirre. Consiste en la realización de las fichas-inventario de todo material guardado, una labor ímproba. Consiste en abrir cada una de los cientos de cajas archivadoras almacenadas en las estanterías y hacer una ficha de cada documento contenido en ella.

Por ejemplo, en este momento las cajas etiquetadas 'LAIA 1', 'LAIA 2' y sucesivas contienen materiales referentes al extinto partido político, pero, una vez realizadas sus correspondientes fichas-inventario, el investigador dispondrá de las carpetas 'LAIA lehenengo kongresua. Ponentziak', 'LAIA lehenengo kongresua. Emendakinak' y demás, de forma que la búsqueda sea mucho más ágil y precisa. Luego llegará la fase de digitalizar todos esos datos, si bien parte de los fondos guardados en Lazkao, sobre todo los libros más antiguos, ya están inventariados y la consulta del catálogo se puede hacer internet, en la dirección www.euskadi.net/katalogobateratua.

Para este trabajo de inventariado y digitalización, Agirre cuenta con dos colaboradores que comparten con él su pasión por este trabajo, Miren Barandiaran y Etxahun Galparsoro, y suspira por que sus becas tengan continuidad en el tiempo, e incluso por que se amplie la exigua nómina. «Hemos formado un buen equipo y yo siento que estamos poniendo las bases para el futuro de la biblioteca y el archivo. Miren es mi mano derecha y Etxahun cada vez conoce mejor lo que tenemos aquí. Mira, ahora está inventariando carteles»

Los archivos que se van incorporando

El flujo de materiales con destino al convento de Lazkao no cesa. Además del habitual de periódicos y publicaciones, cada vez son más los archivos particulares que acaban en sus salas, como en el caso de un conocido político vasco que ha dejado en manos de Agirre varias docenas de cajas conteniendo sus documentos privados.

O de organizaciones sociales y políticas que, por distintos motivos, han optado por ceder sus archivos a Lazkao, sabedores de que serán más útiles aquí que olvidados en alguna buhardilla. Aita Juan José aprovecha para dejar claro que aceptan donaciones. Pero no cesiones en depósito, «que acaban por resultar problemáticas hasta técnicamente, puedes reunir materiales de distintas procedencias sobre un mismo tema en una sola caja o carpeta».

Así es. Galparsoro tiene sobre su mesa una docena de carteles políticos que acaban de engrosar los fondos del archivo y que se unirán, una vez completadas sus fichas, a los más de 22.000 que comprende la colección iniciada en su día por aita Agirre. Están guardados en un armario metálico especialmente diseñado para esta función, con bandejas de tamaño variable para adaptarse a la medida de cada cartel y etiquetas imantadas en el frontal.

Cada bandeja que se abre es una sorpresa y un guiño a la nostalgia; aquí hay pasquines de las Gestoras pro Amnistía de los años 70 del siglo pasado, carteles de CCOO que se refieren a las FOP de aquella época en términos difícilmente imaginables hoy en día, otros que rezan 'Lemoiz gelditu' o 'Deban zentral nuklearrik ez', muchos de Aberri Eguna, no pocos que muestran juveniles rostros de candidatos a lehendakari.

La hora del rezo se acerca y es hora de dejar tranquilo al guardián de los tesoros documentales. Un guardián que empieza a recibir los  reconocimientos que su inmensa labor merece, caso del galardón de Sabino Arana Fundazioa de 1995 (compartido con Francisco Escudero, Adrián Celaya, Martín Fiz y Yassir Arafat e Isaac Rabin como impulsores del proceso de paz palestino-israelí), Argizaiola de Durangoko Liburu Azoka de 1998, el del Euskal Pen Club de 2007, el Manuel de Irujo de 2009, Goierri Saria del mismo año, y Galtzaundi, también el pasado año.

Pero su verdadera satisfacción, no cabe duda, es seguir enriqueciendo el magnífico archivo por él creado: «Bai, zalantzarik gabe. Gozatu egiten det liburu eta aldizkari artean, eta Jainkoak sasoia ematen didan bitartean honela segiko det», nos dice para despedirse, en el idioma que suena natural en su boca.

Pero no sin antes abrir un ejemplar de la revista 'Euzkotara. Jaun-goikua eta lagi-zara', publicado en México en enero de 1908 y mostrarnos, con su sonrisa traviesa –«Ikusi, ikusi hau»–, el poema titulado '¿Viva España?', que empieza así: «¿Viva España? Ya me extraña que, poniendo cara fosca, grites, vasco, ¡viva España!... porque es como si la mosca gritase ¡viva la araña!»,