Es uno de mayo. El calor se apodera del mundo. Arrecia la sequía. «Sin agua no hay aceituna. Necesitamos elevar nuestras súplicas a Dios para que nos envíe el agua que riegue nuestra tierra sedienta»: el obispo de Jaén, Sebastián Chico Martínez, pasea por las calles de la ciudad andaluza al Cristo en la denominada Procesión del Abuelo, para reclamar lluvia al Altísimo. No se había hecho desde 1949.
Quince días antes, Andy y Lucas actuaban en el festival católico “La Fiesta de la Resurrección”, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas. Ante la avalancha de criticas, Lucas se defiende algo ofendido: «Si nos llaman en el Orgullo Gay vamos también. Nosotros hacemos música. Otra cosa es que me llame Bildu. Si me llama Bildu no voy, son etarras y han matado gente». Tranquilo, Lucas.
En esos días, los periodistas José María Olmo y David Fernández revelan en un libro que el rey emérito habría tenido una cuarta hija, ilegítima, bautizada como Alejandra, entre finales de los años 70 y principios de los 80, fruto de su relación con una aristócrata. «Una buena chica, muy inteligente y preparada», presumía entre sus amistades el viejo Borbón, que en público niega la mayor, esperando al juego.
Ya estamos en mayo. Cerrado el periodo contable, los resultados de la banca son espectaculares. Los banqueros del Ibex, los presidentes y consejeros delegados de Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja ganaron 51,3 millones de euros. Ana Botín se embolsó, ella sola, 12 millones.
Y mientras tanto, en el interior de la nave nodriza Virgen del Carmen, Ramón Yarritu dirige una reunión de urgencia con Quimicefa, Manitas, M.A., Chepa y los siameses. Los objetivos se agolpan, hay que establecer prioridades, pero hay que pasar a la acción. Acción Mutante.
Se cumplen treinta años del estreno del primer largo de Alex de la Iglesia. Una obra de culto que no ha perdido ni un ápice de actualidad en sus propuestas, ni cinematográficas, ni de contenido. «La sociedad nos trató como mierda y ahora les vamos a dar por el culo» (Ramón Yarritu).
