Anjel Ordóñez
Anjel Ordóñez
Periodista

Pascuamadán 23

Hoy es Lunes de Resurrección, festivo en un gran número de países, y también en Euskal Herria. Es el segundo día de la Pascua, en el que se celebra el regreso de Jesús del mundo de los muertos, tras haber sido crucificado por los romanos por orden de Poncio Pilatos. Esta festividad fluctúa según los años, ya que viene determinada por una combinación de los calendarios solar y lunar: el de resurrección es el primer domingo después de la luna llena que sigue al equinoccio de primavera.

Para los judíos, la Pascua recuerda el final del Éxodo del pueblo hebreo a través del Mar Rojo, guiado por el profeta Moisés, como hito de liberación de la esclavitud a la que estaba sometido en Egipto. De hecho, Cristo organizó su última cena con los apóstoles en el anochecer de la víspera del viernes 15 de nisán (primer mes del calendario hebreo bíblico), día en el que los judíos cenan el cordero pascual (jarrete asado con lechuga y rábanos). Para los cristianos, ese cordero pascual es el mismísimo Jesús. De hecho, el sacramento por excelencia en la iglesia católica es el de la Eucaristía, en el que los fieles ingieren el cuerpo de Cristo, aunque no en forma de cordero, sino de fina oblea de pan. En la misma Eucaristía se bebe vino, la sangre de Cristo, pero la ingesta se limita al párroco. No es por nada que la Iglesia, en sus dos milenios de existencia, haya amasado una fortuna que la revista “Times” valora en 15.000 millones de dólares.

Pero no solo los cristianos y los judíos están de celebración. También los musulmanes. Casi 2.000 millones han sido llamados a  celebrar el Ramadán, el mes sagrado del Islam, que empieza con la aparición de la luna en fase creciente el último día de Sha'ban (octavo mes en el calendario lunar islámico). Para entendernos, entre el 22 de marzo y el 21 de abril, tiempo en el que no pueden comer ni beber absolutamente nada durante el día.  Ni cordero pascual ni vino litúrgico ni agua de Bilbao. Ahora que, cuando cae el sol...

Con todos los respetos: no creo en Dios, ni en Jehová ni tampoco en Alá. Eso sí, la fiesta, por lo que de holganza y reposo conlleva, esa no me la salto.

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