Arturo Puente
Arturo Puente

Un partido-movimiento en 2022

Choca que en pleno 2022 Yolanda Díaz vuelva sobre aquella idea y lance una marca como Sumar, que no es partido ni plataforma, que no tiene estructura ni cuadros, que quiere ser «un proceso».

Debe de haber tantas formas de organizar un partido como formaciones políticas en el mundo. O alguna más. Pero hay dos grandes categorías en las que entran la mayoría. Unos tienen la forma piramidal clásica, con una dirección, diversas alturas de poder que contrarrestan y controlan a los de arriba y una militancia corta pero muy movilizada, casi numeraria. Otros son los partidos-movimiento, con una organización que es, al menos sobre el papel, más horizontal y ligera, con unas direcciones o cargos que solo responden ante una masa social amplia y líquida.

Siempre ha habido culturas políticas para todo y muchas hibridaciones, pero el partido-movimiento tuvo su último auge tras el 15M y con la irrupción de Podemos. Se entendía que era más abierto, moderno y flexible. Pero esta fórmula pronto topó con sus limitaciones. Hacer primarias abiertas a nivel estatal puede quedar muy bien, pero es un problema para confeccionar listas eficaces. Más aún la práctica política posterior, dentro de las instituciones, que siempre requiere de un dirección con mando en plaza. Tampoco es fácil engarzar la amalgama de intereses que conviven en una organización sin disciplina interna y sin que acabe siendo la ley de la selva.

Una década después de aquellas intentonas, ni siquiera los partidos-movimiento se han demostrado más eficaces para ganar elecciones. Podemos cayó ante el PSOE, diversas confluencias territoriales han sido barridas y ERC ganó a Puigdemont gracias a que uno tenía una máquina política y el otro no. Entre los veteranos del 15M, hoy sería difícil encontrar a quienes no canten las virtudes de una organización fuerte. Por eso choca que en pleno 2022 Yolanda Díaz vuelva sobre aquella idea y lance una marca como Sumar, que no es partido ni plataforma, que no tiene estructura ni cuadros, que quiere ser «un proceso» y que ni siquiera tiene por qué ser definitiva. Y choca porque, si es marketing, viene con un truco gastado y que ya no entusiasma a nadie. Y porque probablemente no le dé tiempo de aquí a las generales para enmendar su error.

Search