Arturo Puente
Arturo Puente

Veinticinco diputados

El problema de la reforma laboral es que convencía poco a quien tenía que convencer. Y eso es extensible a todo un Gobierno que entusiasma poco a los que le apoyan (casi) siempre.

Es elocuente que tras el vodevil de la reforma laboral el Gobierno español y sus apoyos mediáticos hayan corrido a preguntarse por la salud de la llamada «coalición de la investidura». A falta de una cuestión de confianza o unas elecciones legislativas a modo de las «midterms» norteamericanas, la votación del decreto ley liderado por Yolanda Díaz se convirtió en todo un examen de medio mandato. Sin embargo, la propia formulación de la pregunta ya denota que probablemente el Ejecutivo de Sánchez sigue sin enterarse del todo de por qué estuvo a punto de pegársela.

Eso de no entender muy bien las cosas es, en los políticos, más habitual de lo deseable. Ocurre porque viven envueltos en propaganda y en lecturas interesadas de la realidad. En las suyas propias, en las que combaten y en las que sus adláteres les proponen. Por eso es fácil que el PSOE y Podemos caigan en la tentación de explicarse el episodio pensando que sus aliados habituales se dejaron llevar por el tacticismo, por intereses inconfesables o que querían dar un susto sin pagar las consecuencias.

Pero las cosas son más crudas. Lo que pasó fue que veinticinco de los diputados que el 7 de enero de 2020 facilitaron la investidura de Sánchez, el 2 de febrero de 2022 se descolgaron de la medida estrella que marcaba el meridiano de la legislatura. Y que lo hicieron cada uno por sus razones, pero todos ellos de forma firme y explicada. Todos coincidieron en que la norma presentada era un paso adelante, pero insuficiente tanto en lo que respecta a conquista de derechos como en devolución de competencias a territorios que tienen una orografía laboral particular.

Más allá de lo táctico, de cálculos laterales o temas internos de cada partido, el problema de la reforma laboral es que convencía poco a quien tenía que convencer. Y eso es extensible a todo un Gobierno que entusiasma poco a los que le apoyan (casi) siempre. Por eso la pregunta de si la coalición de la investidura aguantará es un poco tonta. Aguantará hasta que quiera, en la medida que no hay alternativa mejor. Pero, si quiere aprobar cosas en el Congreso, más vale que lo que lleve convenza más que la reforma laboral.

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