Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

A dios rogando y con el FMI negociando

Los documentos publicados por el diario tunecino Nawaat y a los que tuvo acceso GARA (también “Público” y “Diagonal”) sobre las negociaciones entre el Gobierno de Ennahda y el Fondo Monetario Internacional constatan cuál es la verdadera amenaza para la revolución del país árabe. Según este borrador, la institución que dirige Christine Lagarde impone privatizaciones, recortes y favoritismos para las empresas a cambio de un préstamo de 1.350 millones de euros destinado a recapitalizar a la banca. ¿Les suena? Creo que José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy tuvieron documentos similares sobre su mesa de Moncloa. Algo paradójico, porque la Transición fue el producto de la #marcaespaña que personajes como Felipe González trataron de vender en Túnez poco después de que la presión popular echase al dictador Zine El Abidine Ben Ali. Claro, que a diferencia del Estado español, donde Franco murió encamado, los supuestamente sumisos tunecinos sí que se levantaron, incendiando las calles y dando comienzo a un terremoto político que todavía marca la evolución del mundo árabe.

Todo esto tiene su relación. Porque los movimientos de las instituciones monetarias internacionales ponen en evidencia el riesgo de que dos procesos tan opuestos como el tunecino y el español puedan terminar de un modo semejante. Un desenlace trágico que supondría una tremenda injusticia para las miles de personas que hicieron frente al miedo y demostraron que Túnez ya no sería más ese patio trasero de los veraneantes franceses.

Lo paradójico del caso es que, mientras las evidencias sobre el chantaje del FMI pasan desapercibidas, en los medios internacionales siguen centrando el foco en esa tramposa  dicotomía "islamistas VS laicos". Negar las tensiones entre mezquitas (especialmente en sus versiones más intransigentes, reforzadas por los fondos extranejeros) y sectores que se ven a sí mismos como la vanguardia ilustrada del país árabe sería faltar a la verdad. Tanto como ignorar el devastador efecto que las políticas de austericidio podrían tener en una sociedad que, pese a haber logrado cotas de libertad política no conocidas hasta el momento, sigue con la sensación de tener muchas cuentas pendientes. Especialmente, en el ámbito de la justicia social.

Es ahí donde la izquierda tunecina, reforzada tras el Foro Social Mundial y con la cuestión de la deuda ilegítima como gran ariete, tiene mucho que ganar. No se puede olvidar que los representantes de dios en la tierra suelen tener buena relación con don dinero. De hecho, lo de Jesús y los mercaderes del templo es casi un pecadillo de juventud, teniendo en cuenta los estrechos lazos que los hombres de las alturas han mantenido siempre con algo tan terrenal como el parné. Poner énfasis en estas agresiones contra la soberanía, que suponen la gran traición a la revolución, es un reto para los sectores progresistas. Justicia social es antónimo de caridad. Ahí, y no en debates interesados en los que Occidente y los nuevos actores interesados en manipular los procesos árabes promocionan, está la contradicción principal.

 

PD: Dejo este post desde Caracas como última reflexión tras el Foro Social Mundial. A partir de mañana, en GARA y Naiz.info trataremos de acercar el proceso electoral venezolano, una cita histórica para una Venezuela todavía de luto por Hugo Chávez.

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