Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

Brutos, ciegos, sordomudos

Ubicar la votación celebrada ayer en el Congreso en términos de enfrentamiento entre PSOE y PSC es la salida que ha encontrado el «establishment» español para eludir la verdadera fractura, la que se abre entre quienes defendemos una consulta para vascos y catalanes y aquellos que son capaces de vetar el referéndum en nombre de la democracia. El problema no es de ayer. De hecho, la clase política española está tan acostumbrada a convivir con un elefante rosa en el interior de su sistema que ha perdido la capacidad de darse cuenta de que está ahí. Ni siquiera lo ven. Ante las reivindicaciones democráticas, que se materializan en preguntar a la ciudadanía, responden con el estribllo de la canción de Shakira. Son "brutos, ciegos y sordomudos". Brutos, porque "españoles por cojones" es el único argumento que repiten. Ciegos, porque son inncapaces de caer en la cuenta de que su retórica cuartelera solo sirve para sumar adeptos al tsunami del independentismo. Sordomudos, carentes de cualquier tipo de capacidad de escuchar. Porque su concepto del diálogo es obligar a que el otro le de la razón y encima vanagloriarse de que le ha dejado hablar, aunque su capacidad de atención fuese la misma que Homer Simpson con un mono martilleandole la cabeza.

Hoy, prensa y analistas se centran en analizar los desamores del triunvirato formado por Alfredo Pérez Rubalcaba, Pere Navarro y Carme(n) Chacón. Y lo hacen en clave de certificar la crisis de un partido que no levanta cabeza. Siguen sin comprender que la verdadera ruptura, el gran cisma, no es entre Ferraz y sus socios catalanes. Tampoco entre la excandidata a secretaria general y sus supuestos compañeros del Principat. Lo que ayer se evidenció, nuevamente, es que tanto en Euskal Herria como en Catalunya existen mayorías muy amplias que exigen derecho a decidir. Y que Madrid y su «establishment» se cierra en banda con un discurso parecido al de Manolo "el del bombo" en un partido de la Roja.

Cada uno de los exabruptos con los que la clase política unionista nos sonroja cada semana certifica que, como en la canción de Shakira, "no entiende de consejos ni razones y se alimenta de pretextos". Miren que sería fácil hacer lo que reivindicó Joan Tardá, diputado de ERC. "Si la mayoría catalana decide seguir en España, lo aceptaremos. Pero si vota por la independencia, declararemos la República". Es cuestión de mayorías. De democracia. Incluso, si me apuran, de seducción. Unos conceptos que el régimen español nunca ha manejado bien, ya que solo apela a ellos en tono hipotético pero, cuando se les pone la opción delante, prefiere el puñetazo en la mesa.

¿Por qué será que les cuesta tanto entender que democracia es respetar la voluntad mayoritaria de la gente?

 

 

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