Koldo Campos
Koldo Campos
Memoria que respira y pan que se comparte

Batas blancas.

Que algo tan sensato como abolir el ejército nos parezca una locura es otra forma de confirmar cuán locos estamos.

No nos parece planteable, ni siquiera en una situación como la que vivimos, que 25 hospitales sean preferibles a la compra de modernos Eurofighter con los que atacar al enemigo cuando haya guerra.

No merece ni siquiera considerarse, cuando apenas vamos por el virus-19, que cien mil respiradores sean más útiles que los modernos tanques Leonard con los que atacar al enemigo cuando haya guerra.

Ni se nos pasa por la cabeza que 736 millones de mascarillas puedan rendirnos mejores servicios que unos cuantos misiles con los que atacar al enemigo cuando haya guerra.

Para no mencionar la imprescindible urgencia que tenemos de submarinos S-80 y no dilapidar esos recursos contratando, por ejemplo, a 60 mil enfermeras porque esos submarinos nos servirán para atacar al enemigo cuando haya guerra.

El problema es que, por más que se empeñe el Estado en hacérnoslo saber, lo que hay no es una guerra sino una pandemia que no termina y, a la espera de vacunas, se temen otros virus, no otras guerras. En cualquier caso, la única guerra que el ejército español ha sostenido en los últimos cien años fue contra su propio pueblo.

Plantearse en la actualidad el ejército como idea es absurdo y como institución, además, es costosísimo. Y el enemigo no tiene portaaviones, ni bombarderos, ni fragatas. El enemigo es un virus que, como todos los virus, atiende cuando se le llama desde la miseria, desde el desamparo, desde la ignorancia. Son hospitales y no cuarteles lo que se necesita; y serán blancas las batas de quienes nos defiendan, no uniformes militares;

(Preso politikoak aske)

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