“¿Cómo habéis dejado con vida a las mujeres? Matad, pues, todos los varones que hubiere, aún a los niños. Y degollad a las mujeres que hayan conocido varón. Reservaos solamente a las niñas y a todas las doncellas”. Moisés dixit; así se lo había indicado Yahvé al conductor del pueblo elegido con relación a otros pueblos ocupantes de la Tierra Prometida. Y así ocurre acentuado desde la Nakba hace más de 75 años por mor del colonialismo europeo. Cuando escuchamos al ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, decir: “puede ser justo y moral matar de hambre y sed a dos millones de residentes de Gaza hasta que se devuelvan los rehenes israelíes (…) el problema es la comunidad internacional, no lo entendería”. No lo tenga tan seguro Bezalel, llevan décadas exterminando semitas palestinos y la comunidad internacional se llama a andana. A veces, alguien dice que está feo lo que hacen con el pueblo palestino, incluso muy feo, pero hacer, pudiendo pararlo en seco, no hay voluntad de hacer nada. Asesinan en Palestina, pueden hacerlo y también lo hacen en otros países soberanos, sin miedo, con la aquiescencia de la comunidad internacional al ser los únicos semitas y humanos de la zona; el resto, la mayoría de la población semita de oriente medio, perdió su condición y su humanidad al no venerar a Yahvé, el Dios abrahámico fetén. Por eso ellos son los Hijos de la Luz y el resto los hijos de las Tinieblas conformantes del Eje del Mal.Mientras los herederos del Holocausto bombardean escuelas y hospitales, las imágenes emitidas veinticuatro horas al día a través de las pantallas de la comunidad internacional son de las Olimpiadas en París, la ciudad del Amor. Una maravilla. No lo otro, un horror.La justicia y la moral israelíes se han modificado, de una Ley del Talión como principio de justicia retributiva con la que obtener reciprocidad (aquello de ojo por ojo y diente por diente), ha devenido en genocidio; la moral para sus correligionarios, los del pueblo elegido por su Dios; para el resto, estrategia y aniquilación.