Floren Aoiz
Floren Aoiz
Idazlea, Iratzar Fundazioaren zuzendaria

Aires de cambio en nuestro Poniente

Poniente, como el continente de Juego de Tronos, es todo aquello que queda donde se pone el sol. Esto es siempre una cuestión de perspectiva: el oeste observado desde un determinado punto es el este visto desde otro, salvo para los terraplanistas, claro, que no sé muy bien cómo resuelven este tema.

Pensando en clave vasca, Poniente serían, simplificado, los territorios occidentales, esto es, aquellos que celebrarán elecciones el próximo 21 de abril. La cosa es que soplan vientos de cambio de Poniente y esto es una novedad, porque en los últimos tiempos las novedades venían más bien de nuestro Sur y Levante, es decir, Nafarroa e Ipar Euskal Herria. No es que en esta parte de Euskal Herria haya mejores correlaciones de fuerza para los agentes transformadores, pero el dinamismo y la capacidad de modificar el panorama destacaban frente a lo que se percibía como un día de la marmota en el marco institucional que articula Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

Ahora eso ha cambiado. Ya se advertían síntomas de esa tendencia, pero ahora se ha generado una expectativa muy fuerte y en política eso es muy importante, sobre todo, cuando hay desplazamientos de apoyos de unas fuerzas a otras. La política, decía Lechner, es la producción de futuro y EH Bildu aparece como una gran maquinaria engrasada y en pleno funcionamiento para tal función, mientras los demás agentes se presentan anclados en el pasado y/o incapaces de generar ilusión. Por supuesto, la pugna está abierta y el desenlace tendrá en todo caso tres etapas, la primera en las urnas, la segunda en los pactos posteriores y la tercera en el desarrollo de la legislatura. Además, cuando surge una expectativa hay riesgo de una reacción que concentre el voto o lo saque de la abstención. Es mejor no precipitarse, por tanto, pero los vientos de Poniente llegan con olor a cambio, anticipando lo que, más tarde o más temprano, sucederá.

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