Iñaki Lekuona
Iñaki Lekuona
Irakaslea

Arrugas

Grenet, a pesar de su afirmada voluntad de representar al centro, era, como la mayor parte de los centristas, como lo es hoy Emmanuel Macron, un tipo muy de derechas

Ha muerto Jean Grenet, el alcalde artífice de la Baiona actual, acostada al turismo desde sus dos principales barrios antiguos a ambas orillas del Errobi. Guardó los bisturís de cirujano en los cajones del ayuntamiento en 1995, tras la muerte de su padre, Henri, cuyo legado en 37 años de alcaldía se resume en el puente de hierro que lleva su nombre y que sortea al Aturri aguas abajo. Aseguraba que él no quería seguir la senda política de su padre, pero finalmente lo hizo de manos del Partido Radical, una formación de extrema izquierda a principios del siglo XX que era ya un partido de derechas cuando Jean Grenet accedió a su vicepresidencia. Porque Grenet, a pesar de su afirmada voluntad de representar al centro, era, como la mayor parte de los centristas, como lo es hoy Emmanuel Macron, un tipo muy de derechas. De derechas, y en este caso profundamente taurino y singularmente reacio a que lo vasco tuviera presencia en su ciudad más allá de un Musée Basque que no se opuso en renovar. Podría decirse que la basquitude era para él como un quiste provinciano que, cuando se propuso llevar adelante una operación de cirugía estética estirando las estrías centenarias de la ciudad, no pudo extirpar. Con él Baiona indudablemente se volvió más moderna. Y a pesar suyo, la vieja capital labortana conserva las arrugas vascas de cientos de años de Historia que nunca se podrán enterrar.

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