Iñaki Lekuona
Iñaki Lekuona
Irakaslea

Brazos

Al contrario que Isabel II, esta monarca de pichiglás no tiene imperio

Se nos ha muerto Isabel II, aquella criatura a la que con seis o siete años alguien de su familia animó a alzar su brazo emulando un saludo nazi fotografiado para la posteridad. Solo era una niña, se excusa desde entonces en palacio. El que la incitó, en cambio, no. Y de todas formas, la política colonial que defendió bajo su imperio era suya. Le vino heredada, sí, pero la adoptó como propia, Dios salve a la reina. Y los británicos felices. Y los franceses, los tataranietos de aquellos que decapitaron a su rey, siguen masticando una mezcla de indiferencia y envidia que no saben cómo explicar, porque ellos de monarquía nada de nada, pero eso de la realeza les provoca un morbo particular.

De ahí que un periódico de París se haga eco de la toma de posesión del condominio más pequeño del mundo por parte de una vice-reina de sangre plebeya cuyo nombre no pasará a la posteridad. El territorio no es otro que la Isla de los Faisanes, en medio del Bidasoa, y la vice-monarca, una funcionaria a la que sus colegas no dejan de tomarle el pelo desde su investidura. Al contrario que Isabel II, esta monarca de pichiglás no tiene imperio, pero si se fija verá pasar por su dominio a las hijas e hijos de los antiguos colonos que escapan de la miseria en busca de una vida mejor en la metrópoli, sin imaginarse que allí les esperan con el brazo en alto. Y no precisamente niñas engreídas de palacio.

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