Acierta el refrán cuando dice «cree el ladrón que todos son de su condición», porque al aventurar hipótesis sobre otras personas, solemos inspirarnos en nosotros mismos y tendemos a pensar que el otro se estará portando como haríamos nosotros en la misma situación. Para llegar a un estado adulto de empatía e imaginar lo que haría el otro siendo él o ella misma, hace falta observación y madurez, o sea, tiempo y ganas.
Las personas competitivas son un ejemplo perfecto de lo que trato de ilustrar, particularmente los hombres competitivos, que están convencidos de que todos competimos igual y no dejan de elucubrar las hipótesis más descabelladas sobre los antagonismos exagerados o imaginados que, según ellos, pueblan la historia. No hay más que mirar a la historia de la literatura española, que ha falseado y exagerado las enemistades literarias hasta extremos insospechados. La disputa entre Cervantes y Lope de Vega se mantiene tan vigente como improbada, y la de Góngora y Quevedo se ha sobredimensionado hasta la náusea, aunque haya hecho falta para ello adscribirle a Quevedo poemas que no son suyos e inventarse una enfermiza obsesión personal que no tuvo.
Y a raíz de lo que hemos visto en “Get Back”, el fabuloso documental del director Peter Jackson, algo así ocurrió con los Beatles. Las casi 60 horas de metraje en las que se basa fueron montadas en su día para crear una narración de enemistad entre Lennon y McCartney por «el factor Yoko», algo que el documental de Jackson desmiente radicalmente para darnos una narración mucho más interesante en la que podemos observar las complejas relaciones de amor, admiración y creatividad de un grupo humano que no encontró la manera de seguir colaborando por razones que poco tienen que ver con envidias, inquinas, celos y rencores. El extraordinario éxito del documental demuestra, entre otras cosas, que la enemistad no es más entretenida que el amor, que no hay nada más fácil que echarle la culpa a una mujer, y que los grandes siempre quieren mucho más de lo que odian.
Antagonismos
No hay más que mirar a la historia de la literatura española, que ha falseado y exagerado las enemistades literarias hasta extremos insospechados
