Lo curioso es que el cambio cultural que anunciaba el PNV ya se ha dado, al menos dentro del PNV. La temperatura ha ido subiendo –o bajando, según se mire– lenta pero inexorablemente.

Un ejemplo son los los premios Vasco Universal, que no se entregan desde 2010. Supongo que para que no miremos hacia arriba y nos elevemos. Ni una sola vez los ha convocado Iñigo Urkullu, un hombre del que ni siquiera sabemos si tiene o no tiene Twitter porque su cuenta oficial afirma serlo «sobre el lehendakari»  y no «del lehendakari», no vaya a ser que tenga que responsabilizarse, entre otras cosas, del lamentable uso del euskera que se hace en ella.

El cambio cultural es también notable en lo que respecta a los viajes. Quiero decir, que Iñigo Urkullu, que trasladó su residencial oficial de Ajuria Enea a su casa de Durango, no viaja mucho. O nada. A finales del año pasado, fue Idoia Mendia quien representó al Gobierno Vasco en el Congreso Mundial de las Cooperativas de Seúl, una cita de cuya importancia no se puede dudar vista la relevancia del movimiento cooperativo en Euskal Herria. No digo que no tuviera cosas más importantes que hacer, solo digo que fui periodista en la Radio Televisión Pública Vasca siendo lehendakari Juan José Ibarretxe y recuerdo viajes oficiales como el que realizó a Alemania para dar a conocer su industria biotecnológica, o a Cuba, para institucionalizar las relaciones entre los dos países.

También recuerdo más actos con el lehendakari Ibarretxe que, hasta donde yo sé, han dejado de existir. Recepción navideña a agentes políticos y sociales, declaraciones en Balmaseda en torno a la Semana Blanca, intervenciones en fiestas como San Prudencio, un desayuno con la prensa en Año Nuevo, al que recuerdo que asistí tras la aprobación del Plan Ibarretxe, en otro tiempo, con otro liderazgo en el Gobierno Vasco, otras personas y, sin duda, otra cultura. El cambio, como digo, ya se ha dado. Y no ha sido a mejor.