Irati Jimenez
Irati Jimenez
Kazetaria eta idazlea

Tenemos un problema

El problema no son los problemas, el problema somos nosotros, que fiamos la solución de todos nuestros problemas a una solución irreal que nos parece ideal. Que se solucionen solos

Y es que hemos problematizado los problemas. No solo tenemos problemas –bastantes y no lo de los fáciles, precisamente–, tenemos una relación muy problemática con los problemas. Y antes de hablar de los problemas que tenemos, tenemos que hablar de este problema que tenemos. Un problema central que nos multiplica todos los demás. Un problema psiquiátrico –¿qué nos pasa?– y casi metafísico –¿y cómo se arreglan los problemas con los problemas?– que es también matemático. Y es que siempre que tenemos un problema, cualquier problema, nos enfrentamos a dos problemas. Por una parte, el problema en sí mismo, que siempre es molesto –de ahí que le llamemos así–, y por otra, el gran problema. ¿Qué hacemos? No tenemos ni idea, y ese es el problema.

Porque tener que solucionar algo nos parece un problema. Y eso es un problemón. Porque la única manera de aprender a resolver es ponerse a ello, pero cuanto más tiempo pasamos sin hacerlo, más miedo le cogemos y más difícil nos parece. Y ese miedo refuerza nuestro mecanismo de intentar negar la existencia de las cuestiones que no sabemos resolver en lugar de aprender sobre el terreno a resolverlas. ¿Se entiende el problema, no?

El problema no son los problemas, el problema somos nosotros, que fiamos la solución de todos nuestros problemas a una solución irreal que nos parece ideal. Que se solucionen solos. Pero los problemas no se arreglan solos, se las arreglan solos, que es distinto. Los problemas no saben nada de las soluciones, no les gustan las soluciones, no les convienen, no les interesan. Para los problemas, las soluciones son más bien problemas.

El problema es nuestro. Y lo seguirá siendo mientras no lo solucionemos. Mientras las soluciones sean para nosotros terribles problemas a los que no queremos enfrentarnos, los terribles problemas a los que debemos enfrentarnos seguirán sin soluciones, salvo del verdadero problema que supondrían para ellos las verdaderas soluciones.

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