Itziar Ziga
Itziar Ziga
Una exrubia muy ilegal

Escocidas pero victoriosas

Pero da igual de qué país vengan los militares que te violan: las mujeres somos asaltadas sexualmente por cualquier bando en todas las guerras, y en todas las paces

Una mujer en Berlín” es un libro tan brutalmente revelador como precioso. Su autora es anónima, y ha permanecido tan anónima como ella quiso incluso después de su muerte. Lo escribió a mano en la primavera de 1945. Mientras ella y otras cien mil mujeres eran violadas sistemáticamente por las tropas que liberaron Berlín del nazismo. En su vecindario, les tocó ser botín sexual para el Ejército ruso, como ahora mismo les está tocando a las ucranias ser violadas por soldados rusos, que a menudo matan mientras tanto a los hombres de sus vidas cuando tratan de defenderlas. Pero da igual de qué país vengan los militares que te violan: las mujeres somos asaltadas sexualmente por cualquier bando en todas las guerras, y en todas las paces. Solo hay que recordar la que liaron los cascos azules en la antigua Yugoslavia. Desde entonces, en las misiones de paz armadas de la ONU se trata de que haya mujeres en cada batallón: eso lo dice todo.

«Ilse y yo intercambiamos precipitadamente las primeras frases: ‘¿Cuántas veces te violaron, Ilse?’. ‘Cuatro, ¿y a ti?’. ‘Ni idea. Tuve que ir ascendiendo en la jerarquía’». Así nos lo dejó manifestado nuestra valiente y generosa anónima berlinesa. Entre ellas siguieron hablando y compartiendo bromas sobre sus coños escocidos, sobre sus estrategias para minimizar el daño buscando a un alto mando que no fuera especialmente sádico. Es el pecado de la negociación de la vagina, como cuando decides no resistirte más para evitar ser más dañada, para tratar de que no te maten. Y por lo que se nos culpa patriarcalmente de haber consentido.

Ayer nos lo decía una sabia llamada Beatriu Masià, la terapeuta que me acompañó en mi recuperación emocional tras la terrible violencia de mi aita. «Hay que humanizar al monstruo, al macho, también porque solo así tendrá que hacerse responsable del daño que provoca». Ahora ya no solo hablamos entre nosotras, por fin hemos logrado situar la violencia machista en el centro de la conversación social. Me enalteció saber que Bea es tan optimista como yo respecto a nuestro jaque histórico al patriarcado. Ingenuas, no somos.

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