Itziar Ziga
Itziar Ziga
Una exrubia muy ilegal

Tan distintes no somos

Transitan en la confusión de género, no en la propia confusión sino en la ajena, en este sofocante e inhumano binarismo de género en que el patriarcado y el capitalismo nos adoctrinaron para dominarnos

Salieron hace unos días en First Dates, nos dejaron a mi hermana Ainhoa y a mí tintineando de posibilidad. Eran dos chicos trans, o dos chiques, Noah y Aren, pareja, y buscaban otro ser con quien disfrutar de una relación a tres. Se les veía felices y cómplices, afirmaron tener mucho amor para dar. Ambos son morenos, de pelo largo y liso, preciosidades. Sonríen con la boca y con los ojos, argumentan con la boca y con los ojos. La testosterona, con la que llevan tiempo transicionando, les ha dotado de una barba en el mentón. Aren llevaba un vestidazo negro, ceñido en la cintura y con tiras cruzadas en su espalda descubierta. Le quedaba de cine, salió en la tele con ese vestido porque adora verse con ese vestido: cuánto le entiendo. Se lo enfundó a sabiendas de la confusión que generaría, pero se lo enfundó. A fin de cuentas, ambes transitan en la confusión de género, no en la propia confusión sino en la ajena, en este sofocante e inhumano binarismo de género en que el patriarcado y el capitalismo nos adoctrinaron para dominarnos, y confundirnos, a todes. «Somos una pareja de chicos, pero como tenemos pluma y el pelo largo, nos suelen confundir con chicas». Hace poco, en una tienda, les despidieron con un «guapes», y volvieron a casa saltando de dicha. Como todas las raras de este mundo, ¡que somos mayoría!, temen que la confusión sistémica devenga en violencia callejera contra elles.

Les presentaron en la cena otro maravilloso ser no binario, charlaron súper a gusto, pero Andreas no querría cerrarse sexo-afectivamente en la trieja, mientras Aren y Noah es lo que proponían. No buscamos lo mismo, pero tan amigos. ¡Igualito que la mierda heredada que tantísima gente suscribe de pactar monogamia para traicionarse como si no hubiera otra opción! Nos enamoramos, o encoñamos, por una preciosa mezcla de complicidad y deseo. La primera vez que follé con un trans, por quien bebía los vientos, me lancé a su coño tratándole en masculino. No problem. Luego, además, resultó ser bastante maricón. La gente somos algo mucho más precioso de lo que nos han contado.

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