Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
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El factor judío

El primer ministro israelí, Naftali Bennet, ha protagonizado estos últimos días un esfuerzo de mediación y se ha entrevistado, tanto en persona el sábado en Moscú como por videoconferencia, con el presidente ruso, Vladimir Putin, además de con el líder ucraniano, Volodymir Zelenski, con el canciller alemán, Olaf Sholz, y con el presidente francés, Emmanuel Macron.

Y ha mostrado su intención de seguir mediando. Su pareja en el tándem gubernamental, el ministro de Exteriores Yair Lapid, se reúne hoy en Letonia con su homólogo estadounidense, Antony Blinken,

Resulta paradójico que Israel, que niega el pan y la sal negociadora al olvidado pueblo palestino, se postule como mediador en un conflicto.

Pero tiene su explicación y responde a cuestiones étnicas e históricas, además de a intereses y cuestiones migratorias y geopolíticas.

Conviene recordar que el presidente Zelenski, como otros miembros de su gabinete, es judío. Como judío, o ruso-israelí, es el oligarca ruso Roman Abramovich («hijo de Abraham) y otros magnates, tanto rusos como ucranianos.

Por otro lado, las relaciones entre Rusia e Israel son muy sólidas y remiten a la empatía histórica de la URSS con el sionismo socialista original.

Ambos elementos ponen como mínimo en duda varios lugares comunes. Como el que desde el Kremlin acusa al gobierno ucraniano de ser neonazi (¿un primer ministro israelí mediando con nazis?). Y el que reivindica a la Rusia de Putin como defensora unívoca de los palestinos.

La historia y los intereses geopolíticos definen esta era de enfrentamientos entre «reinos combatientes», metáfora que no pocos utilizan para definir una actualidad compleja y salpicada de cruces de alianzas de intereses y duplicidades difíciles de entender utilizando obsoletos parámetros de análisis.

Y los intereses, no la ideología, marcan las posiciones de los distintos actores.

Israel tiene los suyos y el control del previsto éxodo de judíos de Ucrania, y de Rusia, no es el menor.

Israel, que reivindica su razón de ser como el hogar y refugio de los judíos, espera la llegada de unos 100.000 huidos y ya ha acogido a 2034, entre ellos un centenar de huérfanos rescatados en avión rumbo a Tel Aviv.

La mediación israelí tiene a su vez en mente la que hoy en día es su obsesión: el programa nuclear iraní. Las negociaciones con Teherán, en su última fase, estuvieron en la mesa en el encuentro entre Putin y Bennet.

Coincidiendo con ello, Rusia advirtió de que no avalará ningún nuevo acuerdo con Irán a no ser que EEUU dé garantías a Moscú de que las sanciones occidentales por su invasión de Ucrania no afectan a su negocio con Teherán. Casualidad.

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