La casualidad –y la tregua otorgada por mi hijo en torno a la liturgia casi dominical con la compañía Marvel– me ha permitido ver casi simultáneamente la película “Green Book”, archi-galardonada en los Oscar de este año, y “The Mule”, el último film de Clint Eastwood.

Este último trabajo, dirigido y protagonizado por el casi nonagenario actor y director, no pasará seguro a la historia como su mejor película pero destaca por su frescura y por el saber hacer de un Eastwood capaz de conjugar el buen cine con lo políticamente incorrecto.

Justo lo contrario de “Green Book” que, más allá del oscarizado trabajo de sus dos protagonistas, Viggo Mortensen y Mahershala Ali, se queda en el tópico y es incapaz de aportar algo más al hecho, histórico, del viaje que por el profundo Sur estadounidense realizó el pianista Don Shirley con el guardaespaldas y chófer italoamericano Tony Vallelonga.

El final feliz de la película –qué ganas de hacer un spoiler total– confirma que estamos ante un film políticamente supercorrecto y apto para progresistas bienpensantes. Lejos de una «mula» capaz de conmover y de hacer pensar al espectador. De ahí que se le perdone cuando también cae, que lo hace en esta película, en más de un lugar común.

Por qué será que un republicano y trumpista convencido como Clint Eastwood tiene bastante más mensaje cinematográfico que toda una retahila de directores bienpensantes y bienpensados. ¿Tendrá esto algo que ver con el actual panorama político occidental? Solo por comentar.