Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea

Una victoria que evidencia el verdadero drama de Irak

Que tenga que ser un líder religioso, se llame ayatollah o susuncorda, quien obligue a un gobierno a dimitir tras dos meses de protestas, 400 muertos y 15.000 heridos, revela el drama que sufre el pueblo iraquí.

Liberado de la tiranía de Saddam por una invasión criminal y por una ocupación no menos desastrosa, el país árabe se hundió en un confesionalismo religioso en el que el chiísmo político reivindicó su mayoría demográfica, abriendo las puertas a una corrupción que llegó hasta a alimentar en algunos la nostalgia por el régimen baazista, y que dejó que entrara hasta la cocina a Irán y a su República Islámica, que ha convertido a Irak en un protectorado que se muere de hastío bajo un mar de petróleo.

Los manifestantes no ocultan su alegría por la dimisión de Abdel Mahdi pero quieren más. Y no quieren que sea un líder religioso chií, ni un salvapatrias suní como Saddam, quien les salve.

Porque saben que, uno u otro, acabará cobrándoles el favor con creces. Y han dicho basta, y que ya es hora de que los iraquíes, sin padrinazgos religiosos, seudoideológicos o extranjeros (hace años estadounidenses, hoy iraníes) decidan su futuro por ellos.

 

Search