Emakunde no nos cunde» era una de las consignas en las manifestaciones del 8 de Marzo. Ha llovido mucho desde entonces. Ahora hay técnicas de Igualdad, áreas de la Mujer, consejera de Igualdad... De ser algo más bien minoritario y muchas veces ridiculizado, el feminismo ha pasado a ser una fuerza arrolladora que moviliza a miles de mujeres en sus convocatorias y que impregna discursos y prácticas sociales: desde la formación de los equipos de gobierno hasta la investigación científica y el arte. Por supuesto que queda todavía un largo camino que recorrer: la responsabilidad del cuidado, la brecha salarial, el sexismo implícito en el consumo, la violencia física y psíquica en las relaciones, el techo de cristal en las organizaciones económicas y políticas... Pero el paraguas del movimiento feminista cada vez cobija a más mujeres.Y, sin embargo, en ese camino exitoso, las teóricas feministas, a fuerza de profundizar en la reflexión, tienden a presentarnos un paraguas cada vez más pequeño. El otro día leí a una de ellas que el feminismo y la monarquía son como el agua y el aceite: no se pueden mezclar. Si eres feminista, ineludiblemente, eres republicana. ¿De verdad? Noruega y Suecia, por ejemplo, son los países más igualitarios, en términos de género, del planeta. Y ambos tienen un régimen monárquico, me imagino que sostenido por el voto democrático de algunas mujeres feministas. Pero podríamos seguir: si eres feminista, tienes que renegar de la religión. ¿Y por qué obtiene tanto respeto, afortunadamente, el feminismo islámico? Si eres feminista, eres anticapitalista. ¿Seguro? Las mujeres luchan a brazo partido dentro de las organizaciones económicas para ser reconocidas por su valía y no menospreciadas por su sexo: reivindican la igualdad y cuestionan, conscientemente o no, los pilares del patriarcado. Y eso es ser feminista, aunque no sean socialistas, ni republicanas, ni laicistas. ¿No debería ser el feminismo un paraguas que protegiera a todas las mujeres contra el patriarcado? Y, sí, efectivamente, este tiene muchas caras.