Jean-Philippe LACOUR (AFP)

Alemania se suma a la carrera para ofrecer minicohetes como alternativa a SpaceX

¿Llegará Alemania a ser tan conocida por sus cohetes como lo es por sus coches? Empresas emergentes alemanas sueñan con competir con la firma estadounidense SpaceX en el desarrollo de minilanzadores, los futuros ‘taxis espaciales’, para transportar pequeños satélites.

Un operario revisa los cables de un tanque de la etapa superior de un cohete espacial en la factoría de la compañía RFA, en el sur de Alemania. (Lennart PREISS | AFP)
Un operario revisa los cables de un tanque de la etapa superior de un cohete espacial en la factoría de la compañía RFA, en el sur de Alemania. (Lennart PREISS | AFP)

A finales de julio, Rocket Factory Augsburg AG (RFA), con sede en la ciudada bávara de Ausburgo, logró poner en marcha por primera vez, durante ocho segundos, el motor de su cohete ‘RFA One’ en las instalaciones de ensayos de Kiruna, en Suecia.

Su sistema de «combustión organizada» –utilizada por los cohetes de SpaceX (la compañía de Elon Musk) y de Blue Origin (de Jeff Bezos), pero inédita hasta ahora en Europa– «permite poner en órbita un 30% más de carga útil», asegura Jörn Spurmann, director de operaciones de RFA.

Otra startup del sector, HyImpulse, instalada en el estado de Baden-Wurtemberg, también probó el motor de su prototipo de cohete durante más de 20 segundos en la isla escocesa de Shetland, utilizando un carburante a base de cera de vela, que debe quemar rápidamente para alcanzar un buen rendimiento.

«Nuestra tecnología es lo suficientemente avanzada para el mercado de pequeños lanzadores», afirma el cofundador de HyImpulse, Christian Schmierer, de 33 años.

Una tercera compañía germana, Isar Aerospace, radicada cerca de Múnich, espera realizar pronto el primer ensayo de su motor.

Se trata de la iniciativa con mejor financiación de las tres, con un conjunto de inversionistas que incluyen a HV Capital, el banco suizo Lombard Odier y el consorcio Porsche SE. En total, han aportado más de 150 millones de euros a esta empresa dirigida por jóvenes ingenieros que esperan realizar el vuelo inaugural de su cohete ‘Spectrum’ en 2022.

Un mecánico ajusta boquillas de inyección de combustible en un banco de pruebas de transferencia de calor en la fábrica de Rocket Factory en Augsburgo. (Lennart PREISS | AFP)

Bajo costo espacial

Estos proyectos hacen de Alemania una seria candidata en la pugna del mercado de satélites destinados a observar la Tierra y cubrir las necesidades de Internet.

Este mercado alcanzará «más de 30.000 millones de euros de aquí a 2027, de los cuales 10.000 millones son para satélites de pequeño y mediano porte», demandados por clientes privados o institucionales, tal como prevé Isar Aerospace.

«El cohete grande es como el bus de línea grande, que deja a sus pasajeros en la estación, mientras que un microlanzador va a funcionar como un taxi, que coloca a los satélites en el lugar preciso deseado por el cliente», explica Christian Schmierer, jefe de HyImpulse.

Estos satélites, de unos cientos de kilos, son como el equipaje de mano comparado con las cargas de más de 10 toneladas enviadas al espacio por el cohete Ariane, punta de lanza del programa espacial europeo.

Los más pequeños serán «cajas de 10 centímetros que pesan un kilo y giran a 28.000 kilómetros por hora alrededor de la Tierra», indica Daniel Metzler, fundador de Isar Aerospace.

Todos esperan ofrecer las tarifas más bajas: «Al final podremos cargar 1,3 toneladas de material por un precio facturado de 5 millones de euros, esto es 3.850 euros por kilo, mucho menos que la competencia», asegura RFA.

Un hombre pasa junto a un modelo a escala 1:10 del cohete lanzador ‘RFA One’, en la sede de esta compañía. (Lennart PREISS | AFP)

«El momento Henry Ford»

Las tres empresas alemanas buscan crear un parque de 20 a 40 cohetes parcialmente reutilizables que les aseguren decenas de despegues por año.

«Queremos crear el ‘momento Henry Ford’ de los viajes espaciales», declara Jörn Spurmann en referencia al industrial estadounidense que revolucionó la producción de automóviles.

Pero Alemania no es el único país en la fila para aprovecharse de este jugoso mercado. Además de SpaceX, que ya ha puesto en órbita minisatélites y colabora con la NASA, la empresa estadounidense Rocket Lab es otra de las pioneras y ya ha efectuado sus primeros vuelos comerciales.

China está igualmente activa y el resto de Europa cuenta con media docena de proyectos viables, especialmente en el Estado español y Gran Bretaña.

«La cuestión de la credibilidad de cada modelo económico será crucial en los próximos tres o cinco años», vaticina Carla Filotico, de la asesoría alemana Spacetec. Con el tiempo, «probablemente se dará una consolidación del sector», dejando a varios de estos actores al margen, advierte.