Resiliencia industrial en Copenhague
Hay lugares en los que se plantea mantener sus viejas construcciones en lugar de derribarlas y adaptarlas al mundo de hoy. En Copenhague, un proyecto ha reconvertido un edificio industrial en desuso conservando sus valores, y donde caben viviendas, oficinas, locales comerciales y un centro para eventos abierto al barrio.

Entre 2014 y 2018, el estudio C.F. Møller Architects llevó a cabo la transformación de una nave en el contexto industrial del barrio de Valby, Copenhague, en el marco del proceso de regeneración urbana al distrito Valby Maskinfabrik. El planeamiento del ámbito partía de la premisa de poner en valor los vestigios fabriles existentes, apostando por su adaptación a otros programas en lugar de derribarlos para construir de nuevo.
La zona intervenida pertenecía a la empresa danesa FLSmidth, en funcionamiento desde 1882 y fundamental en la historia del patrimonio productivo danés, proporcionando soluciones de ingeniería, equipos y servicios para la minería y la producción de cemento. Los arquitectos han trabajado la que en su día fue la gran sala de ensamblaje (Montagehallen), manteniendo el carácter fabril de la preexistencia y resaltando la pátina original en los interiores reformados.
El proyecto Valby Machinery Halls plantea una reflexión acerca de la reconversión de ruinas industriales en desuso y en situación de abandono para vincularlas de nuevo a los tejidos urbanos consolidados de las ciudades que las albergan.
La nave, de 200 metros de longitud, acoge un centro para eventos abierto al barrio en un extremo y un espacio de servicios en el otro, mientras que la parte central se destina a viviendas. De este modo, se establece una vinculación con el entorno de los usos con vocación pública, 1.200 m2 de equipamiento comunitario y 1.400 m2 de oficinas y locales comerciales. La disposición permite generar una transición fluida hacia los 7.500 m2 de programa restantes, dedicados a circulaciones, núcleos de comunicación y 66 unidades residenciales.
Al tratarse de un edificio catalogado, se ha analizado en profundidad el estado de conservación de los elementos fundamentales para afrontar la rehabilitación: la estructura y las cualidades constructivas y arquitectónicas del conjunto. Se decide preservar la composición de la pieza, con elementos portantes de celosía de acero en intervalos rítmicos y cerramientos de ladrillo visto, así como la singular curvatura de la cubierta y las entradas de luz cenital.


Uno de los principales retos ha sido conservar los valores iniciales de la construcción a la vez que se introducen estrategias contemporáneas para humanizar el espacio, hacerlo más amable y acercarlo a la escala doméstica. En los dos extremos destinados a usos no residenciales, el equipo de C. F. Møller ha decidido mantener la estructura y fachada sin alterarlas, mejorando el confort térmico con una pantalla climática de vidrio hacia el interior. De esta manera, se ofrece una lectura constante de la historia del edificio, integrando su legado patrimonial y la memoria material en la vida cotidiana de sus habitantes.
En la sección central, se ha construido una nueva fachada retranqueada que posibilita la entrada de luz natural a las viviendas, además de crear amplias zonas de relación exterior en forma de terrazas o balcones. Se mantiene la secuencia rítmica del alzado original pero con una materialidad que dialoga con la envolvente primigenia, enfatizando la intervención.
La preservación de contenedores industriales no solo responde a criterios de protección patrimonial, sino que también contribuye a la sostenibilidad. Reutilizar infraestructuras existentes minimiza el impacto ambiental, reduciendo la huella de carbono frente al elevado consumo de recursos y generación de emisiones derivadas de un proceso de demolición y nueva construcción. Este enfoque demuestra cómo la arquitectura puede encontrar el equilibrio entre memoria y contemporaneidad, resguardando el pasado y adaptándolo a las necesidades actuales.

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