Bestiario pandémico
A punto de cumplirse cinco años del confinamiento de la población en sus casas por la pandemia del covid-19, el fotoperiodista Andoni Lubaki recupera algunas de las fotografías de aquellos días con mascarillas. En aquel periodo de encierro y calles vacías, se permitía sacar a las mascotas y Lubaki las inmortalizó junto a sus dueños en imágenes insólitas.

Hace cinco años me asomé a mi ventana en uno de los pocos días que tuve libre como fotógrafo. Hospitales, desoladas avenidas y ley marcial. La pandemia hizo que muchos viajes al extranjero se anularan o retrasaran.



Las calles vacías se poblaron al principio de cientos de palomas y pájaros, pero poco a poco fueron desapareciendo. Si no hay humanos, no hay desperdicio y, por consiguiente, nada que llevarse al pico. Perros falderos obligados a caminar kilómetros en círculos en las urbes vaciadas cruzándose con gatos poco acostumbrados a andar atados a una correa.
Decidí salir de ese mural inamovible que representaba mi ventana, coger la cámara y recorrer el Estado en busca de esas bestias que conocían la calle por primera vez, habitada y usada hasta entonces solo por sus dueños. Como si de un cuadro apocalíptico se tratara, Zaragoza, Madrid, Bilbo y Barcelona se desperezaban por las mañanas con bufidos, graznidos, aullidos y gruñidos; tarareos, silbidos y cacareos; relinchos, mugidos, balidos y roznidos. Escuché también la risa irónica de una hiena navarra. Los lagartos siguieron en silencio en todos los lugares que visité.


Podría parecer una orwelliana distopía mezcla del mejor «1984» y «Rebelión en la Granja» para salvar anímicamente al otrora dueño o dueña todopoderoso, animales salvaguardando la salud mental. Un bestiario pandémico como un cuadro de felices y vibrantes colores.



No mirar arriba

«Itxaropentsu nago herri honek borrokarako grina daukalako»

Un «time-lapse» por seis décadas de recuerdos personales y colectivos

Izaskun Ellakuriaga, Azoka hauspotu zuen emakume ekintzailea

