Igor Fernández
Psicólogo
PSICOLOGÍA

Salud mental tridimensional

(Getty)

Mantener la salud mental tiene muchos componentes, al igual que la salud física. Según desde dónde miremos a esta parte de nuestra experiencia, según cuál sea nuestra filosofía de vida, intuitivamente seguiremos unos preceptos, ponderaremos unos valores u otros en busca de nuestra salud, o nos guiaremos como buenamente podamos en esta interacción constante con el mundo cambiante que tenemos a nuestro alrededor.

Sin embargo, podemos convenir que estamos bien cuando nuestras necesidades están cubiertas suficientemente. Podemos pensar en la salud como una cuestión de mínimos, una búsqueda de la estabilidad y el equilibrio, que nos mantiene ocupados cotidianamente. Resolver los inconvenientes que nos pone la vida delante, cerrar los asuntos abiertos o pendientes del pasado, prepararnos para lo que imaginamos que será nuestro futuro, son procedimientos que consumen la mayor parte de nuestra energía mental, bien sea en relación a nosotros mismos, a nosotras mismas, o a los nuestros. En ese trajín, a veces nuestras necesidades quedan supeditadas a la consecución de dicho equilibrio, al menos durante un tiempo. No es posible que mantengamos nuestra salud poniendo sistemáticamente nuestras necesidades a un lado, o en un contexto que nos obliga a hacerlo. Del mismo modo que no podríamos sentirnos bien si en nuestro trabajo o actividad no nos dejaran beber agua o ir al baño con la regularidad que necesitemos.

Invertir tiempo y esfuerzos en cubrir nuestra sensación de seguridad, de aceptación, de valoración, de pertenencia, de impactar en los demás, etc. supone invertir en las relaciones que nos van a proveer de todo ello, ya que no podemos recibir esa satisfacción solamente de nosotros mismos, de nosotras mismas. Supone invertir en la interacción con el medio, con las actividades, los lugares, los proyectos. Y, por tanto, la salud mental también está relacionada con el deseo. El deseo entendido como ese ímpetu personal que nos mueve, no solamente para mantener nuestro equilibrio interno, sino para descubrir, crecer o explorar. Y es que, ese deseo es el que nos acercará, de nuevo, intuitivamente, a aquellos entornos donde percibimos que nuestras necesidades de relación podrán ser mejor cubiertas.

Y no solo eso, aparte de nuestras necesidades y deseos, también incluso los caprichos están relacionados con la salud mental. Los caprichos como excepciones, como movimientos posibles que rompen una rutina de acciones y que se conectan con el placer. Esos movimientos también nos hacen sentir la libertad de expresar nuestra forma única de ser. Necesidad, deseo y capricho son capas de un mismo ser que se mueve, sensible, que busca y crece, que se detiene para reponerse y que se relaciona en la creación de lo que solo puede ser una salud mental compartida.