Leroi Conroy

Tiger’s Tale” marca el debut en larga duración de Leroi Conroy, alias artístico de Terry Cole, fundador del sello norteamericano de indie soul Colemine Records. Concebido hace más de ocho años, el disco se presenta como un homenaje instrumental a una versión alternativa de “El libro de la selva” de Rudyard Kipling: la lucha del hombre por dominar la naturaleza y la respuesta de la misma.
Un trabajo que, aunque aparentemente sencillo, revela una complejidad subyacente. Esa dualidad entre lo oscuro, lo heroico y lo evocador atraviesa cada una de sus nueve piezas, formando una narrativa sonora cohesiva. Es un álbum que se impregna a partes iguales de la sensibilidad del hip-hop de la época dorada y de bandas sonoras pérdidas de películas de los años 60 y 70. Una mezcla de partituras instrumentales que se juntan con otras pistas más sombrías, en ocasiones cargadas de melancolía. Se juntan ritmos a baja fidelidad, bocinas, guitarras cargadas de efectos wah-wah y atmósferas cinematográficas en las que el uso de la flauta, el vibráfono o el órgano Hammond forman una estética vintage.
“Tiger’s Tale” también refleja la cultura del sampleo y la reverencia por los orígenes del hip-hop: las primeras dos pistas originalmente publicadas en 2017 fueron objeto de micro-samples por parte de DJ Premier, Raekwon, Ghostface Killah, Macklemore y Phantogram. El uso de una grabadora Tascam 388 para capturar los ritmos subraya la base sonora de cariz artesanal que tiene el proyecto. El álbum coquetea con sonidos clásicos del catálogo de su sello, donde los adornos de órgano y teclados se encuentran con aires jazzeros y suaves guitarras, mientras una sección rítmica funk mantiene todo unido.
Las bases percusivas a cargo de Rob Houk empujan el disco hacia terrenos del hip-hop moderno, rindiendo tributo a los breakbeats de finales de los 70. Entre los temas más emblemáticos, “Tiger Trot” sobresale por su trompeta y saxo con tintes latinos y un pulso medido entre lo cinematográfico y la música funk. Por su parte, “Abiding” es precisa con su ritmo insistente de piano eléctrico, saxofón, órgano y trompeta, evocando el periodo eléctrico de Miles Davis. El cierre, “Exitus”, aporta una nota sombría y reflexiva.
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