IñIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Adaptarse al medio

El pueblo rural de Sinthian, en el sudeste de Senegal, es el entorno donde la arquitecta japonesa Toshiko Mori ha levantado un nuevo centro cultural, concebido y financiado por la Fundación Josef y Anni Albers. Toshiko Mori lidera una de las firmas de arquitectura con más producción en los Estados Unidos, con unos edificios caracterizados por el vidrio, el acero y el empleo de las últimas tecnologías constructivas. Además, Mori es en la actualidad profesora en la Escuela de Arquitectura de Harvard, así como docente visitante en las Universidades de Yale y Columbia. Este currículo sitúa a la arquitecta japonesa como uno de los exponentes de la vanguardia arquitectónica actual, pero lo que destaca de su trabajo en Sinthian es su capacidad para adaptarse a las técnicas tradicionales y proponer un diseño innovador, reinventando los sistemas constructivos ancestrales.

Los constructores locales han aportado su conocimiento en el trabajo del bambú, el ladrillo y la paja para resolver con estas técnicas una arquitectura contemporánea totalmente adaptada y comprometida con el contexto en el que se asienta.

Inaugurado en marzo de 2015, la geometría roscada de esta edificación ofrece residencias para artistas visitantes internacionales, junto a una amplia gama de programas que proporcionan a la gente de Sinthian y de la región circundante la oportunidad de descubrir nuevas formas de creatividad. Además, el edificio es el centro de la vida de la comunidad. Es el lugar del mercado, el centro educativo, el espacio para los espectáculos y para las reuniones de la comunidad. Es, en definitiva, un eje para la comunidad local, donde los artistas residentes pueden tener una experiencia real de convivencia con la sociedad de Sinthian.

Lo más destacable de su propuesta es la extrema simplicidad espacial y la utilización de técnicas constructivas muy sencillas que, sin embargo, producen unos espacios de singular belleza y efectividad. En este sentido, esta modesta pieza de arquitectura expresa de alguna manera la gran admiración que por la cultura africana tiene Toshiko Mori, capaz de entender la construcción de la estética contemporánea bajo esa estética austera de la construcción de cal y bambú.

El centro cultural de Sinthian basa su estrategia proyectual en el aprovechamiento radical de los recursos locales. Tanto los constructores como los materiales y sistemas empleados provienen del entorno cercano. Por este motivo, únicamente han participado en su ejecución albañiles y artesanos de la propia aldea; y en la construcción se han empleado fibras vegetales, paja, caña y bambú, junto a ladrillos y estructuras de hormigón fabricadas in situ.

Manteniendo esa misma inmediatez, los suelos del edificio se han formado utilizando restos de terrazos y baldosas rotas, que se han integrado en la placa de cemento que conforma el pavimento.

Pero Mori ha dirigido a este grupo tan singular de constructores hacia un desafío nuevo, el de construir un edificio-cubierta que supone una innovación respecto a las tradiciones formales del lugar. Sobre una planta rectangular ligeramente distorsionada, se dispone una estructura simple de pilares y vigas de madera, que forman una cubierta alabeada, convertida en la seña de identidad del nuevo edificio. Un uso inteligente de las transparencias y la disposición de los cerramientos ha permitido la creación de unos recintos plenamente adaptados a las extremas condiciones climatológicas, caracterizadas por el implacable sol del desierto.

La cubierta ondulada de paja se ve interrumpida únicamente por dos patios de forma elíptica que funcionan como punto de encuentro para la comunidad, ya que quedan abiertos al exterior a modo de grandes puertas. Por el contrario, en las dos esquinas opuestas se disponen los recintos más privados para acoger a posibles artistas, que realicen estancias temporales en el lugar.

Además, la cubierta se invierte para ser así capaz de recoger aproximadamente el 40% del agua de uso doméstico de los pobladores de la aldea, algo importante en esta región desértica del planeta. Esta cubierta de planos que se tuercen se ha estudiado mediante simulaciones tridimensionales, para permitir la recogida del agua de lluvia mediante dos canales perimetrales dirigidos hacia unos puntos determinados, donde se realiza el almacenaje del agua en unos aljibes enterrados. El centro se relaciona así, con un elemento fundamental –el agua–, en un lugar donde la aridez del paisaje y la escasez de precipitaciones lo convierten en una necesidad primordial.

La configuración de los espacios interiores diseñados para el Centro para Artistas de Sinthian permite una flexibilidad total de uso, garantizando una buena sombra en un territorio cercano al Ecuador, donde el soleamiento es una constante que convierte la vida en una búsqueda de cobijo y protección frente a su exceso.

La propuesta de Mori denota lo que es capaz de producir una obra de arquitectura que, en su modestia y simplicidad, se adapta perfectamente a las condiciones del lugar. Y, al mismo tiempo, no deja de proponer innovación y de llevar la contemporaneidad a los rincones más alejados del planeta.