TERESA MOLERES
SORBURUA

Eléboro o rosa de Noel

L os eléboros, otsababak en euskara, son conocidos desde la noche de los tiempos como una planta útil en medicina –purgativo drástico y cardiotónico–, como describe en el primer siglo de nuestra era el griego Dioscórides en su exitoso tratado “De materia médica”, aunque hay que añadir que es una planta muy tóxica. Más tarde se hizo popular por ser una de las plantas escogidas por los hechiceros de la Edad Media para preparar sus filtros. También nuestras queridas sorgiñas las utilizaban en curas contra la melancolía y la locura, para remediar los males del ganado o para echar maleficios de toda clase.

Desde hace veinte años, es una flor muy apreciada en el ámbito ornamental. Se le conoce con el nombre de rosa de Noel por la época en la que florece y porque, según cuenta una leyenda europea, la flor nace con las lágrimas derramadas en la nieve por una niña que no tenía ningún regalo para llevar al recién nacido niño Jesús. Su éxito se debe a los muy hermosos híbridos orientales Helleborus x híbridos, que florecen hasta abril. Es una vivaz robusta y perenne que entra en reposo en verano sin ninguna actividad en las raíces, por lo que es inútil regarla incluso en caso de sequía.

Los colores espectaculares van desde el amarillo intenso hasta el rosa púrpura, jade y negro. Sin olvidar los colores antiguos, blancos y rosas. Otras veces los pétalos tienen venas o pecas de colores rojos vinosos.

Para estar seguros de su color, comprar la planta con flor. Generalmente ya tienen dos o tres años de cultivo en el tiesto. Necesitan un lugar al sol o semi sombra en una tierra corriente de preferencia calcárea. Se utilizan para cubrir el pie de los árboles grandes aportando alegría en invierno y como cobertoras en verano.

Antes de plantar, hay que cortar un centímetro el cepellón y desenredar las raíces, así quedarán en contacto directo con la tierra mezclada con algo de compost. El cuello de la planta debe estar por encima del nivel del suelo. Regar ligeramente.

El mantenimiento, muy fácil, se reduce a quitar las flores marchitas antes de que produzcan semillas y, a finales de invierno, cortar las hojas cuando las yemas comienzan a aparecer. No regar durante el verano. Como precaución, lavarse las manos y/o utilizar guantes al manipularlas.