IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Un espacio para debatir

El foro romano era el espacio público por excelencia de la ciudad. Un espacio físico, pero también simbólico, en cuanto a lugar de encuentro de pensamiento y de interacción social. Un lugar en el que la política se articulaba en torno a los ciudadanos y al debate público.

La Blavatnik School of Government abrió por primera vez sus puertas en setiembre de 2012 en la ciudad de Oxford, con un título de master universitario centrado en una reformulación de las políticas públicas. En esos inicios, el personal, los estudiantes y los académicos se encontraban en tres edificios separados y distantes, haciendo muy difícil el intercambio y las sinergias necesarias en una institución de estas características. Siempre se supo que eran ubicaciones temporales, hasta que un nuevo edificio pudiese alojar una respuesta a esa necesidad de reunirse y construir un foro común.

Después de una gran controversia sobre las pautas de intervención en el centro histórico de Oxford, el estudio suizo liderado por Herzog & de Meuron ha conseguido que los responsables del patrimonio británico finalmente hayan otorgado los permisos para abrir la nueva sede de la Blavatnik School of Government.

El diseño fue seleccionado tras un concurso de arquitectura que recogió una gran variedad de enfoques y que expresaba el desconcierto de las propuestas debido a la ecléctica mezcla de estilos arquitectónicos presentes en la zona. La normativa proteccionista pretendía mantener el espíritu arquitectónico del ámbito, en el que no hay un estilo concreto dominante, por lo que el jurado se decantó por un edificio nítidamente contemporáneo que se sumase al lugar igual que en cada época lo había hecho el estilo predominante, construyendo así ese lugar en el que lo más destacado es la suma de estilos. El inmueble propuesto es respetuoso con su entorno, pero no trata de imitarlo. De alguna manera, la arquitectura se suma al objetivo de la propia institución universitaria, consistente en contribuir a la vibrante diversidad de carácter de la que Oxford hace gala.

La nueva ubicación de la Blavatnik School se encuentra en la esquina suroeste del Observatorio Astronómico Radcliffe, ocupando el lugar más destacado al acercarse desde el centro de la ciudad a la zona universitaria. Además, el edificio debía respetar las directrices del masterplan que ordenaba el distrito universitario, cuyo diseño fue realizado por Rafael Viñoly. Esa normativa urbana señalaba que el inmueble debía perder masa y volumen según ganaba altura, por lo que el diseño final se resolvió mediante una serie de plantas elípticas apiladas de tamaño decreciente.

Tal y como Jacques Herzog y Pierre de Meuron han comentado, su diseño se inició con la formalización de un «foro» en el corazón del edificio, es decir, con la transformación del clásico hall de acceso y las escaleras en un espacio de encuentro, reunión y debate. Así, ese espacio público se ha transformado en un auditorio abierto con una serie de terrazas interconectadas que se abren paso hacia arriba a través de las plantas, convirtiéndose en el lugar de referencia de todos los espacios del edificio. Una torre de investigación bibliográfica en la parte superior de la escuela da acceso a la cubierta, convertida en terraza al aire libre que ofrece vistas sobre la Library Square de la universidad y la ciudad de Oxford.

Tras dos años y medio de trabajo, las nuevas instalaciones, de 9.800 metros cuadrados, se inauguraron oficialmente a finales de 2015. Toda la construcción del edificio fue diseñada para satisfacer también los más altos estándares de sostenibilidad medioambiental. Tecnologías innovadoras de calefacción y ventilación pretenden reducir al mínimo el consumo de energía. Mientras, la masa térmica del edificio proporcionará beneficios de refrigeración y calefacción excepcionales, dado que el hormigón visto va a absorber y almacenar el calor durante el día hasta que pueda ser lanzado de nuevo cuando se expone al aire más frío por la noche. Un objetivo que no encaja muy bien con la fachada totalmente acristalada de las fachadas curvas, por lo que la composición de esos elementos fue tratada de forma excepcional. Los cierres se realizaron como una doble fachada formada por una piel exterior que es atravesada verticalmente por perfiles de hierro revestidos con láminas reflectantes de aluminio que se suman al vidrio para dar ese aspecto terso y brillante a los diferentes pisos; mientras que la piel interior se resolvió mediante un muro cortina de aluminio. Entre estas dos pieles, el edificio cuenta con unas pasarelas de hormigón que permiten el mantenimiento de la fachada.

Así, la nueva sede de la Escuela Universitaria para Políticas Públicas Blavatnik se presenta en Oxford como una torre de Babel vidriada y brillante, que envuelve en su interior un espacio público preparado para la discusión y el debate, una especie de foro contemporáneo para intentar reorientar las políticas públicas del futuro.