XANDRA ROMERO
SALUD

BLW, alimentación guiada por el bebé

Hablábamos en el artículo anterior de la nueva tendencia en alimentación infantil, el “Baby Led Weaning” (BLW). Numerosos profesionales y padres y madres se han declarado adeptos a esta práctica y la promueven sin reparo.

¿Realmente es tan beneficiosa? ¿Está exenta de riesgos? Y sobretodo, ¿los razonamientos básicos para la aplicación de este nuevo sistema de alimentación están validados científicamente?.

Para responder a estas y otras cuestiones, primero es preciso explicar exactamente en qué consiste el BLW.

Este nuevo concepto de alimentación infantil se puede empezar a aplicar a partir de los seis meses de edad cuando la mayoría de los bebés ya se mantienen sentados y pueden coger objetos con la mano y llevárselos a la boca. Algo indispensable ya que este método propone que, en vez de ofrecer los alimentos triturados en formato puré o potitos, se deje al bebé alimentarse por sí mismo, ofreciendo trozos de alimentos que pueden tomar con sus manos y masticar (con las encías y labios si aún no tienen dientes). Así, se involucra más al niño en la alimentación siendo un comedor activo y no solo un sujeto que abre y cierra la boca.

Lo ideal es empezar por frutas cortadas en forma de palitos y verduras cocinadas al vapor o ligeramente cocidas o asadas. Pueden estar enteras (judías verdes, ramitos de brócoli o coliflor) o cortadas en trozos del tamaño de un dedo (calabacín, zanahoria, calabaza, patata, berenjena, etc.). También pollo, ternera, pavo guisado, cocido o a la plancha, cortado en tiras. En cuanto a los cereales, bolitas de arroz, pasta… Se deben evitar los platos preparados o alimentos a los que se les haya añadido azúcar o sal, y conviene ofrecer un poco de agua durante estas comidas.

En la práctica, parece tener múltiples ventajas. Para los padres es más cómodo ya que el bebé come alimentos que ya hay en la mesa, sin necesidad de comprar otros, ni cocinarlos de modo especial. Además, come al mismo tiempo que el resto de la familia, reduciendo así la probabilidad de rechazo de alimentos, ya que el bebé observa a la familia comer lo mismo que está recibiendo.

Sin embargo, y aunque aún no existe un consenso o evidencia científica suficiente para apoyar este método, son muchos más los beneficios que exponen y defienden los profesionales que lo aplican, algunos de los cuales se han podido confirmar en estudios preliminares como indica el artículo publicado en la revista “BMC Pediatrics” en 2015 Baby-Led Introduction to SolidS (BLISS) study: a randomised controlled trial of a baby-led approach to complementary feeding.

Por ejemplo, un menor riesgo de obesidad, como resultado de la mejor auto-regulación de la energía; una mejor calidad de la dieta; efectos favorables sobre las prácticas de alimentación de los padres; y mayor desarrollo de habilidades motoras.

Aun así, hay que tener en cuenta también los riesgos de esta práctica, concretamente, el riesgo de deficiencia de hierro y de zinc que podrían llevar a la falta de crecimiento en los bebés y, por último, el atragantamiento, por lo que se deben evitar los alimentos duros y pequeños y los niños y las niñas han de estar acompañados mientras comen.