XANDRA ROMERO
SALUD

Políticas de salud extranjeras

Siempre es recomendable fijarnos en lo que se hace bien en otros países, y en este caso en cuestión de políticas de salud y alimentación. Los que sois lectores habituales de 7K quizá recordéis que unos meses atrás hablamos de cómo en México, uno de los países con mayores tasas de sobrepeso del mundo, habían decidido grabar con un impuesto los refrescos y demás bebidas azucaradas para evitar la creciente epidemia de obesidad.

En 2013, el Gobierno de Artur Mas pretendía hacer lo mismo, aunque no tengo claro si con el mismo objetivo. Por aquel entonces, tanto el grupo de las bebidas azucaradas, como varios portavoces de famosas multinacionales del sector, e incluso, el embajador de EEUU en el Estado español pusieron el grito en el cielo tras el anuncio. ¿La excusa? Las consecuencias negativas que podría tener la aplicación de la tasa al azúcar haciendo hincapié en que afectaría principalmente a Coca-Cola y Pepsi, por lo que podría enviar un mensaje hacia el resto de empresas que estuviesen pensando invertir en Catalunya. Lo cierto es que, finalmente, el Gobierno catalán se desdijo y el tema quedó parado.

Ahora un estudio publicado este mes en la revista “Obesity”, titulado «Impact of sugars and sugar taxation on body weight control: A comprehensive literature review», ha tenido como objetivo la revisión de los distintos estudios realizados sobre este tema y la efectividad de esta medida sobre el peso corporal. El artículo concluye que la mayoría de los estudios de revisión centrados en el tema –especialmente los más recientes, que se suponen de mayor calidad y que refieren no tener conflicto de intereses– sugieren que el consumo de bebidas azucaradas es un factor de riesgo para la obesidad.

El efecto del azúcar y otros edulcorantes calóricos, como la fructosa, en el aumento de peso está mediado por el consumo excesivo de bebidas con estas sustancias, dando lugar a una disposición adicional de la ingesta de energía. Lo que en castellano podemos traducir como que el simple hecho de consumir estos refrescos y bebidas azucaradas supone una forma barata, sencilla y al alcance de cualquiera para aumentar la ingesta de calorías vacías (no aportan valor nutritivo). Además, los consumidores habituales de estas bebidas suelen consumir, con seguridad, más de una de estas al día.

Por último, los autores concluyen que la herramienta de grabar con impuestos solo las bebidas con azúcares añadidos parece insuficiente para frenar la epidemia de obesidad, pero tiene que ser incluido en una estrategia estructural de componentes múltiples.

Respecto a estos componentes múltiples, un ejemplo claro es la nueva ley sobre regulación de la publicidad y comercialización de productos alimentarios destinados al público infantil, que entrará en vigor a finales de este mes en Chile.

Lo más novedoso es que los productos que traen juguetes en su interior deberán salir del mercado. Los dos ejemplos más claros son el “Kinder Sorpresa” y la “Cajita feliz” de McDonald's, que ya no podrán incluir ganchos comerciales, como regalos o juguetes. Esto significa la desaparición de golosinas que traen en el interior figuritas. 

Desde luego, una ley digna de ser copiada.