IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Muralla acristalada

La nueva sede de la Fundación Feltrinelli en Milán, obra de los arquitectos suizos Herzog & de Meuron, se abrió por primera vez hace unos pocos días. El edificio se sitúa en el barrio de Porta Volta, entre Viale Pasubio y Viale Crispi, en pleno recorrido de las antiguas murallas españolas que fortificaron la ciudad. Está dividido en dos piezas, colocadas simétricamente respecto a la histórica puerta de acceso a la ciudad, que son casi idénticas. Además de la Fundación Giangiacomo Feltrinelli, el proyecto alberga la sede de Microsoft Italia. Dada la magnitud de esta contrucción, se espera que su apertura definitiva se produzca en enero de 2017, una vez se haya equipado completamente.

Curiosamente, prácticamente sin ser ocupado, el edificio ha recibido ya su primer premio, el Smart Building 2016, que le fue concedido en Bolonia el día 19 de este mismo mes. El jurado valoró que se trata de una edificación icónica para un proyecto cultural de gran relevancia para Milán, y también para toda Italia; capaz de combinar la arquitectura y la tecnología, ofreciendo un ejemplo de construcción innovadora que nace desde la fase de planificación como un edificio inteligente.

Este premio –concedido a los edificios de oficinas innovadores, o si se prefiere futuristas, que persiguen construir un invernadero con las condiciones adecuadas para la máxima producción de sus empleados– olvida uno de los motivos más importantes del proyecto: su vinculación directa con el urbanismo y la historia construida de Milán.

Tal y como Herzog & de Meuron han defendido, el nuevo inmueble está inspirado por la simplicidad y la gran escala de la arquitectura histórica milanesa, y no podría entenderse sin la presencia cercana de edificios emblemáticos de la ciudad como el Ospedale Maggiore, la Rotonda della Besana, el Lazzaretto o el Castello Sforzesco, reformado por el gran arquitecto Carlo Scarpa.

El plan maestro general de Porta Volta tiene un importante potencial estratégico para crear un impacto positivo en sus alrededores, debido a su importante dimensión urbana. Como parte de la redefinición de la zona de Porta Volta, la Fundación Giangiacomo Feltrinelli pactó con el Ayuntamiento trasladar su sede al centro norte de Milán, considerado como el entorno ideal para las actividades empresariales. Junto con los dos edificios nuevos, principalmente dedicados a oficinas, una generosa zona verde completa el proyecto como extensión de las avenidas existentes.

El análisis histórico determinó el diseño del proyecto. La organización urbana de Porta Volta se remonta a la construcción de la Muralla Española, la antigua muralla de la ciudad del siglo XVI que era la última de una serie de fortificaciones que desde la época romana han definido los límites de crecimiento de la ciudad. Después de la apertura del bastión en el siglo XIX, la Via Alessandro Volta sentó las bases para la extensión de la ciudad fuera de los antiguos muros, conectando con un nuevo y prominente eje urbano el centro histórico con el centro comercial de Milán. Hoy en día, el vacío del lugar es un testimonio del derribo de las murallas y, al mismo tiempo, recuerda la gran destrucción que esta área sufrió durante la Segunda Guerra Mundial.

Las dos nuevas construcciones se disponen formalizando una gran puerta, acompañada por las zonas verdes que prolongan las avenidas existentes y que han permitido la conservación de los restos arqueológicos del recinto amurallado. Un espacio estrecho separa la fundación del edificio adyacente, un reflejo de dos construcciones autónomas, pero que son al mismo tiempo parte de un todo global.

A nivel de la calle, las cafeterías, restaurantes y tiendas que ocuparán el edificio ofrecen un espacio para la interacción y la recreación de la vida urbana y de los ciudadanos.

Las nuevas edificaciones están inspiradas por la sencillez y la generosa escala de la arquitectura histórica de Milán y se presentan como una muralla vidriada contemporánea. Ambas piezas proponen una arquitectura alargada y estrecha, que de una manera vagamente figurativa introduce un techo que se funde en las fachadas. La estructura expresa las condiciones geométricas del lugar, al recoger la rotación de las avenidas existentes y trasladarla a los pilares de hormigón. El equilibrio entre la transparencia y la definición espacial parece reproducir la fachada de un rascacielos arcaico, en el que la ligereza de las estructuras metálicas ha sido sustituida por la robustez pétrea del hormigón. La estructura, el espacio y la historia del lugar forman un todo integrado.

La redefinición de Porta Volta es intrínsecamente un proyecto milanés que, retomando temas del urbanismo y la arquitectura de la ciudad italiana, es capaz de reconfigurar un edificio de oficinas contemporáneo en un espacio con una importante carga histórica.