Igandekaria, Zazpika
ESTAMPAS

Arrecifes artificiales para deshacer un buen entuerto

Entre la Segunda Guerra Mundial y 1997, cuando se puso en marcha la depuradora Amphitria, por la zona de la península francesa de Cap Sicié caía diariamente al Mediterráneo el equivalente a seis piscinas olímpicas llenas de desechos. Esta pequeña atalaya rocosa, enclavada en la costa cercana a la ciudad portuaria de Toulon –de allí salen la mayoría de los barcos para Córcega–, era el vertedero desde donde siete municipios se deshacían de sus aguas residuales tirándolas directamente al mar. Las consecuencias de esta contaminación continua fueron devastadoras para la flora y la fauna acuáticas de la zona, una biodiversidad marina que los científicos llevan intentando restaurar desde hace un par de años con arrecifes artificiales como el de la fotografía. Por suerte, están obteniendo buenos resultados.