MIKEL INSAUSTI
CINE

«Fifty Shades Darker»

Uno de los fenómenos que más se repiten en el cine comercial, al igual que en otros sectores de la industria del entretenimiento, es el de aquellas obras que tienen pésimos comentarios no solo ya por parte de la crítica, sino también de los espectadores y espectadoras que opinan en las redes, pero que arrasan en la taquilla internacional. Ahora es fácil decir que un libro millonario en ventas como la primera novela de la trilogía erótica de E.L. James era un negocio seguro en su traslación a la gran pantalla, pero la cuestión es que los productores no lo debían tener tan claro, porque no tomaron riesgos económicos al invertir unos prudentes 40 millones de dólares.

Al final todo fueron beneficios, gracias a que “Cincuenta sombras de Grey” (2015) acabó superando la barrera de los 700 millones de dólares en la recaudación de las salas de exhibición, sin contar otras plataformas. La verdad es que tampoco ahora, a la vista de los resultados, han echado la casa por la ventana. Para abaratar costes han decidido rodar las dos entregas restantes “Cincuenta sombras más oscuras” y “Cincuenta sombras liberadas” de un tirón. Y para cubrirse todavía más las espaldas han elegido de nuevo para el estreno mundial una fecha coincidente con el Día de San Valentín, en el que se celebra en todas partes el Día de los Enamorados.

Pero no todo ha sido un camino de rosas para la franquicia basada en la trilogía de E.L. James, pues la cineasta Sam Taylor-Johnson renunció a dirigir las dos entregas finales, cuando inicialmente estaba previsto que se ocupara de las tres. No se han podido saber las razones de su abandono del proyecto, pues no han trascendido a la prensa debido a un contrato de confidencialidad. Puede que en su ánimo influyera el haber estado nominada a los antipremios Razzie como peor directora del año 2015, aunque “Cincuenta sombras de Grey” terminó llevándose otras cinco estatuillas a la Peor Película, Peor Actor (Jamie Dorman), Peor Actriz (Dakota Johnson), Peor Pareja Estelar (Dorman y Johnson) y Peor Guion (Kelly Marcel). También se dice que Sam Taylor-Johnson entró en conflicto con la autora de las novelas, lo que ha quedado en evidencia al dejar E.L. James la escritura del guion en manos de su pareja Niall Leonard, a la vez que desde su puesto de coproductora controla personalmente de principio a fin todo el proceso del rodaje y la postproducción.

Dicho todo esto, el director estadounidense encargado de sustituir a la británica Sam Taylor-Johnson no queda en muy buen lugar. Hay que tener en cuenta que el veterano James Foley llevaba casi diez años sin dirigir una sola película, refugiado profesionalmente en series de televisión como “Hannibal”, “House of Cards” o “Billions”. No hay duda de que si le han elegido, entre una larga lista de posibles candidatos, es porque lo último que hizo fue “Seduciendo a un extraño” (2007), que se supone que era un thriller de suspense con toques eróticos, más que nada por la presencia de Halle Berry, y siempre visto desde la pacata mentalidad de Hollywood. Hace muchos años que Foley dejó de ser el cineasta prometedor de “Reckless” (1984), “Hombres frente a frente” (1985), “¿Quién es esa chica? (1987) y de, sobre todo, “Glengarry Glen Ross” (1992), una adaptación a la altura de la obra teatral de David Mamet en que se basó. Todo lo que ha hecho después no merece la pena ser recordado.

El mayor y principal gancho de “Cincuenta sombras más oscuras” con respecto a su precedente es la presencia como actriz invitada de Kim Basinger, en el papel de la meretriz que introdujo en el sadomasoquismo al multimillonario Christian Grey (Jamie Dorman), lo que pone en peligro la reconciliación con Anastasia Steele (Dakota Johnson), con el añadido de la reaparición de algunas de sus antiguas amantes.