MIKEL INSAUSTI
CINE

«Hell or High Water»

Aprovechando que se ha retrasado el estreno de esta película que se va a distribuir en su versión doblada con el título de “Comanchería”, es una buena oportunidad para hacer un adelanto, ya que merece la pena prestar la máxima atención al título revelación de la temporada en lo que a cine independiente se refiere. Baste decir que, habiendo costado unos doce millones de dólares, lleva ya recaudados en la taquilla de los EEUU cerca de treinta. A ello ha contribuido su presentación en Cannes, dentro de la sección Un Certain Regard, lo que ha despertado el interés hasta de un festival como el de Sitges, que aunque se supone que es de cine de terror, lo ha incluido en su programación para ganar prestigio. En la lista de premios anuales ya empiezan a ser nominados tanto Jeff Bridges al Mejor Actor como Taylor Sheridan al Mejor Guion, y así ambos optan de momento a los premios Gotham, que son los que se conceden en Nueva York a las producciones independientes. Todo esto lo ha conseguido “Hell or High Water” sin apenas promoción, ni tan siquiera en las redes, porque representa en su concepción una forma de entender el cine a la vieja usanza, llegando al público espectador por espectador.

“Hell or High Water” recupera el espíritu contestatario de los años 70, y de ahí que lo haga totalmente fuera de la influencia actual de la industria de Hollywood. Genéricamente es un “neowestern” a la manera de Sam Peckinpah, emparentado con títulos como “Junior Bonner” (1972), “La huida” (1972) o “Quiero la cabeza de Alfredo García” (1974). Un estilo al que sin duda se presta la imagen de Jeff Bridges como vaquero de asfalto, ya que ganó el Oscar por su interpretación de viejo cantante de música country con “Crazy Heart” (2009). También el guionista Taylor Sheridan es un gran conocedor de los ambientes fronterizos, tal como demostró escribiendo para Denis Villeneuve “Sicario” (2015). Es cierto que “Hell or High Water” transcurre en Texas, pero fue rodada en localizaciones de Nuevo México, mostrando el abandono y pobreza que se vive en esa parte de los EEUU, azotada por la crisis y ahora por la presidencia de Trump.

La película tiene como protagonistas a los hermanos Howard, que están a punto de perder el rancho familiar que heredaron de su madre, al no tener dinero suficiente para afrontar los pagos y la consiguiente amenaza de embargo por parte del banco local. Chris Pine es Toby, que además ejerce de padre divorciado con dos hijos a su cargo de los que tampoco se puede ocupar. Ben Foster es Tanner, y tiene problemas con la ley por su condición de exconvicto. Los dos están tan desesperados que se deciden a atracar distintas sucursales bancarias de pueblos perdidos del interior de Texas. Su inexperiencia les lleva a cometer sucesivas torpezas, lo que les convierte en una presa fácil para el viejo ranger al que da vida Jeff Bridges, junto con su ayudante encarnado por Gil Birmingham. Como quiera que se encuentra a punto de jubilarse, el perseguidor se toma la captura de los hermanos prófugos como una última cacería.

Puede sorprender que el realizador sea el escocés David Mackenzie, pero con este trabajo consigue rodar en los EEUU una película a la altura de su valía. En sus inicios apuntó muy buenas maneras con su segundo largometraje “Young Adam” (2003), con un triángulo protagonizado por Ewan McGregor, Tilda Swinton y Peter Mullan. Pero cuando intentó dar el salto a Hollywood no dio con el material adecuado, y se equivocó con “American Playboy” (2009), un mero vehículo para engordar el fenómeno fan creado en torno a Ashton Kutcher. Nada más volver al cine británico se entonó de nuevo con “Rock’n Love (You Instead)” (2011), en la que hizo una excelente radiografía del ambiente de los macroconciertos. Una buena línea confirmada por el tenso drama carcelario “Convicto” (2013).