MIKEL INSAUSTI
CINE

«Ma Loute»

La película más disparatada que se presentó en la última edición del Festival de Cannes fue “Ma Loute”, que en general fue calificada de tan brillante como excesiva. Posteriormente, en el Festival de Cine Europeo de Sevilla esta creación de Bruno Dumont se llevó los premios al Mejor Largometraje y Mejor Actriz. Este último recayó en una joven que usa el seudónimo de Raph, pues de momento quiere seguir con sus estudios y prefiere permanecer en el anonimato, dado que su papel es un tanto andrógino e indefinido sexualmente. A parte de la crítica el nuevo cambio de orientación en la carrera del niño mimado de Cannes le ha pillado fuera de juego, porque sus inicios autorales con “La vida de Jesús” (1997) y “La humanidad” (1999) resultaron más profundamente dramáticos. Sin embargo, su delirante etapa cómica ya se había iniciado con la serie televisiva “P’tit Quinquin” (2014), recibida como un gran festín por los amantes del humor absurdo y los personajes excéntricos. Claro que su último largometraje estrenado había sido “Camille Claudel 1915” (2013), una obra trágica que resultó muy polémica por las acusaciones que se vertieron sobre ella debido a la presencia de personas con alguna discapacidad.

En “Ma Loute”, Bruno Dumont deja a un lado la preferencia por las interpretaciones naturalistas y prueba con una combinación experimental entre actores y actrices profesionales y amateurs. Dentro de una misma película conviven dos formas totalmente distintas de entender la actuación, ya que de un lado los nombres consagrados del reparto, como Fabrice Luchini, Valeria Bruni Tedeschi o Juliette Binoche, dan rienda libre al histrionismo más exagerado, buscando la total afectación en los gestos, forma de hablar y comportamiento amanerado de sus personajes pertenecientes a la alta burguesía. Del otro está la gente de la clase baja, que encuentra su máxima definición en el joven Brandon Lavieville, el protagonista cuyo apodo cariñoso da título a la película. Esa expresión, como el lenguaje que utilizan los lugareños, es el del norte francés; en concreto, es el cerradísimo acento de la zona de Lille. Ahora bien, el chico lo dice todo con su rostro, que es el de un duro marinero con marcados rasgos antropológicos a lo Pasolini.

También se puede mencionar la existencia de un tercer nivel interpretativo: el de la pura pantomima, más cercano a los tiempos del cine mudo. Los actos de canibalismo social que se cobran las vidas de los veraneantes de clase alta son investigados por la pareja de detectives que forman Machin y Malfoy, respectivamente encarnados por Didier Després y Cyril Rigaux. Aparentemente se inspiran en Laurel y Hardy, al remitirse físicamente al modelo clásico del gordo y el flaco, pero en realidad están cortados por el patrón de la «línea clara» preconizada por el cómic belga, y así responden fielmente al perfil de los Dupont y Dupond creados por Hergé.

Aunque la ambientación corresponde en teoría al verano de 1910 en las playas de Normandía, todo el tratamiento es más bien atemporal. El enfrentamiento de clases entre la aristocracia del veraneo y los pescadores nativos, representado por las familias antagónicas de los Van Peteghem y los Brufort, encuentra su punto de encuentro o de fuga, según se prefiera, en el romance entre sus respectivos primogénitos. La hija de los primeros se viste de chico, lo que no impide que mantenga un idilio al margen con el Ma Loute personificado por Brandon Lavieville. En la traducción anglosajona el título escogido ha sido el de “Slack Bay”, mientras que en la versión doblada al castellano se estrenará en primavera como simplemente “La bahía”. Se trata en cualquier caso de una obra inclasificable, a medio camino entre los Monty Python y la dupla Kervern-Delepine.