MIKEL INSAUSTI
CINE

«Radin!»

Las comedias que triunfan en el mercado francófono también suelen hacerlo a este lado de la frontera, aunque a menor escala. Podemos reírnos de las mismas cosas, pero el alcance social de las caricaturas que nos proponen se suele atenuar con la distancia cultural y geográfica. La figura del tacaño está muy arraigada en el Estado francés desde que Molière escribiera en 1668 “El avaro”, una obra clásica que ha marcado carácter y con la que se siguen identificando. Los cuatro siglos transcurridos desde entonces no parecen haber servido para superar la tan extendida miserabilidad, y es que la crisis económica no ha hecho sino acentuar una forma de ser que nunca había desaparecido. Por eso llega ahora “Radin!”, que ha sido número uno en la taquilla de su lugar de origen y que muy pronto se va a estrenar en su versión doblada al castellano con el título de “Manual de un tacaño”.

A la hora de valorar el impacto de este nuevo título protagonizado por el actor cómico Dany Boon, hay que tener en cuenta que ya fue la cara visible del fenómeno internacional generado por “Bienvenu chez les ch’tis” (2008) que, partiendo de una casuística muy local, generó una serie de imitaciones en otros países europeos, todas ellas basadas en los tópicos sobre los diferentes acentos y que, en nuestro caso, dio paso a una desmesurada explotación pretendidamente humorística de la manera de hablar distinta de andaluces y vascos. Y no está de más recordar que luego se extendió también a los catalanes, y ya puestos, no sería muy de extrañar que a algún productor del canal televisivo de turno se le ocurriera volver a tirar del prototipo del catalán «agarrado».

En el mercado francófono el polar ha sido un género que ha gozado en el pasado de mucha tradición, pero que se va perdiendo debido a que con tanto reality televisivo sobre policías en acción es difícil llevar el cine noir en general a la ficción pura. Por eso cada vez son más los cineastas que van dejando esta especialidad genérica, como el caso reciente de Jean-François Richet y su “Una semana en Córcega” (2015). Sus seguidores se sintieron decepcionados, pero en compensación consiguió llegar a un público más amplio. Es la misma situación por la que atraviesa Fred Cavayé con “Radin!”, que parece alejarse de sus comienzos por medio de un planteamiento más comercial. Y eso que su ópera prima, “Pour elle” (2008), logró despertar el interés de Hollywood, que hizo un remake en inglés con el thriller “Los próximos tres días” (2010), dirigido por el consagrado guionista canadiense Paul Haggis. Entonces Cavayé parecía destinado a seguir en el polar para siempre, y así estrenó sucesivamente “Cuenta atrás” (2010) y “Mea culpa” (2014), demostrando que dominaba la tensión policial. Su cuarto largometraje rompe la racha.

El tacaño del 2016 no ha cambiado mucho con respecto al avaro del siglo XVII y sigue siendo observado como un personaje antipático, al estilo del Mr. Scrooge de Charles Dickens. Una apreciación que hoy en día me parece injusta, puesto que la tacañería es un mal que se ha extendido socialmente, por culpa del egoísmo y la falta de generosidad provocadas por el capitalismo salvaje. La cuestión es que este ser resulta despreciable a los ojos de los demás, tal vez porque a alguien hay que señalar con el dedo o culpar de los males generalizados. La situación se complica para el protagonista de “Radin!” cuando dos mujeres entran en su vida, y ha de disimular su grave defecto. Laurence Arné encarna a una violonchelista que se enamora de la forma en que el tacaño toca el violín, y Noémie Schmidt es la recién descubierta hija biológica que tiene idealizado a su padre. Pero a nuestro miserable le puede su tacañería, puesto que tiene organizada su vida para el máximo ahorro posible en cada pequeño gesto cotidiano.