TERESA MOLERES
SORBURUA

Al fresco pepino

El pepino (Cucumus sativus) es, junto con el tomate, uno de los alimentos omnipresente en la cocina de verano. Pertenece a la familia de las cucurbitáceas como otros cultivos de temporada del estilo del melón, sandía, calabacín y calabaza. Procede del sur de la India, donde se cultiva desde hace 3.000 años y era uno de los productos favoritos de sus comensales. Posteriormente, gracias a griegos y romanos, se propagó por Europa, para más tarde saltar a China y América.

A las plantas de pepino les gusta la tierra ligera, muy fértil con compost o estiércol, para lo que es necesario aportar fertilizante al suelo a finales del invierno. Necesitan también una exposición privilegiada, pues la luz y el calor son indispensables para formar los frutos. Cada planta necesita alrededor de un metro cuadrado de espacio y hay que tener cuidado con los riegos excesivos e irregulares. Primero se debe desherbar y aligerar la tierra con la azada y, sobre el suelo limpio, se recomienda regar copiosamente una o dos veces por semana al pie de cada planta, evitando mojar las hojas. Luego toca acolchar para mantener el suelo fresco.

Respecto a las enfermedades, el principal peligro está en el mildiu y sobre todo el oídium en caso de tormenta. El tratamiento rápido es el caldo bordelés, un cocktail a base de 350 gramos de cobre –eficaz contra el mildiu– y 200 grs. de azufre – frena el oídium– que se debe mezclar lentamente en diez litros de agua y pulverizar sobre las plantas enfermas a temperatura ambiente entre 18 y 23 grados. Por debajo el tratamiento es inútil y por encima se puede quemar la planta.

A las plantas de pepinos les gustan como vecinos los rábanos, lechugas, coles y vainas, y les disgusta la proximidad de las patatas y tomates. Existen muchos tipos de pepinos, y se cultivan de acuerdo al gusto del país consumidor. Con los ejemplares pequeños, recolectados antes de su madurez, se preparan los pepinillos en salmuera. El 97 % del pepino es agua y aporta pocas calorías por su bajo contenido en hidratos de carbono. Tiene pequeñas cantidades de vitaminas C, A, E y del grupo B y minerales como el potasio, fósforo y magnesio. Además de en la cocina, es útil en cosmética para hacer mascarillas que blanquean la piel.