En las tiendas bio o en el transcurso de nuestros paseos podemos comprar o recoger las plantas con virtudes medicinales propias de la estación. Si no las encontramos, la alternativa es cultivarlas; ahora bien, antes de probar sus propiedades médicas, es mejor preguntar las cualidades y su posología a los expertos.

Flores: Las hojas de amapola calman el dolor si las frotamos sobre la picadura de un insecto y suavizan también las pieles secas que se arrugan con facilidad aplicando directamente una compresa con una tisana de pétalos. Se utiliza por maceración de sus flores. Flor que fue modelo de muchos pintores impresionistas, la lavanda hoy solo existe en los cultivos indemnes de herbicidas. Es interesante porque tonifica y cicatriza la piel, y calma las quemaduras solares. Las amapolas se cultivan a pleno sol en un suelo bien drenado y mejor pobre. Hay que podarlas y limpiarlas antes del invierno. La lavanda prospera también en tierra pobre. Hay que suprimir rápidamente las flores marchitas.

Frutos: El arándano es un campeón por sus compuestos antioxidantes y, sobre todo, porque mejora la visión nocturna. Es bien conocido que los pilotos ingleses, durante la Segunda Guerra Mundial, lo tomaban antes de sus bombardeos nocturnos. La grosella también calma el dolor de las picaduras de insectos, pero su propiedad más «moderna» es que tiene una hormona adaptógena que nos permite afrontar las vicisitudes cotidianas: se toma como sirope antiestrés. En jardinería se utilizan los arbustos de arándanos y grosellas asociados para marcar ángulos de los caminos y como reclamo de pájaros.

Hierbas: El cilantro se toma para evitar el reflujo, sobre todo después de una comida copiosa. Hay que cortar muy menudo sus hojas, que se parecen a las del perejil, y espolvorearlas sobre carnes y pescados. Además, es una manera inteligente de comer menos salado. El diente de león está atiborrado de vitaminas, sobre todo potasio, con un alto poder diurético. Se consume en ensalada, con patatas cocidas, jamón y huevos cocidos. El cilandro es apropiado para cultivar en maceta como cualquier aromática, teniendo cuidando de que la tierra no se encharque. El diente de león es salvaje.