IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Vigencia

Constantemente apelamos a través de estas líneas al arte como una revisión de la contemporaneidad. Una óptica desde la que interpretar las circunstancias que modelan el devenir de nuestro entorno y a la que exigimos posicionamientos políticos, compromisos y estrategias poéticas. Toda esta carga responde, sin lugar a dudas, a un lugar que el arte comienza a asumir con la ruptura de las vanguardias durante el siglo XX y al aterrizaje de la cotidianeidad como escenario al que pertenece la interpretación del mismo. Atrás quedan entonces las pinturas exclusivas para retratos de monarcas o la recreación religiosa encerrada en templos y lugares de culto. Por todo esto, es fácil caer en cuestionamientos en torno al momento de enfrentarnos a creaciones de siglos y sociedades pasadas.

Se antoja difícil analizarlas desde una mirada afín a nuestro presente, sin caer en la visión historiográfica o sin apelar constantemente a la calidad y el talento de los grandes maestros que las ejecutaron. Sin embargo, puede que una postura crítica nos revele además información sobre los elementos silenciados, los nombres no representados, los porqués de la presencia de tan pocas autoras o las intenciones de tales obras. Si el arte nunca fue inocente, la Historia tampoco y es la palabra de quien la escribe la que permanece latente hasta nuestros días.

“De Rubens a Van Dyck. La pintura flamenca en la colección Gerstenmaier” es el descriptivo título que la Sala Fundación Vital, situada en la céntrica Plaza de los Fueros de Gasteiz, presenta hasta el 17 de junio. El empresario alemán, afincado en el Estado español, ostenta una de las colecciones más afamadas; lo que denota la vigencia del mercado del arte como uno de los espacios predilectos para la inversión de grupos y fundaciones. En lo que al contenido se refiere, un total de setenta obras, treinta óleos y cuarenta grabados dan buena cuenta de la pintura flamenca comprendida entre el siglo XV y el siglo XVIII. Los nombres de Rubens y Van Dyck destacan como parte de un elenco capaz de mostrar la maestría técnica en el uso del óleo y el realismo de los detalles, ambas características identificables del periodo flamenco. El coleccionismo privado vuelve una vez más a ser el espacio propositivo para el disfrute de una muestra de indiscutible relevancia.

El Museo de Bellas Artes de Bilbo alberga hasta el 28 de este mes la propuesta “Goya y la corte ilustrada”, organizada en colaboración por el Museo Nacional del Prado, la Fundación Bancaria “la Caixa” y la propia pinacoteca bilbaína. Un intercambio epistolar de trece cartas, cedidas por la institución madrileña, aportan el aspecto documental de la muestra y marcan un tono comisarial que pretende incidir en las facetas más íntimas que el famoso pintor desarrollaba junto con su éxito en las cortes de Carlos III y Carlos IV. Para la construcción de este relato un total de 96 piezas, en su mayoría óleos en cartones y lienzos, pueblan trece salas del edificio. Además, para la contextualización de este periodo, otros autores relevantes del siglo XVIII enmarcan el contexto temporal al que pertenece Francisco de Goya (Zaragoza, 1746 - Burdeos, 1828).

Precisamente, su lugar de origen centra el primero de los seis grandes bloques que conforman el itinerario expositivo. Su llegada a Madrid, el impulso de la corona e incluso su relación con nuestro territorio desde la creación de retratos a personajes relevantes son algunos de los hitos por los que transcurre el recorrido. Una visita que, si bien requiere de tiempo para su lectura y digestión, nos ofrece una oportunidad para disfrutar de una interesante cara de este referente mundial.