MIKEL INSAUSTI
CINE

«Die Brücke»

Dentro de la subjetividad que caracteriza a nuestro repaso a los clásicos, he elegido “Die Brücke” (1959) no sé si como la mejor película antibelicista de todos los tiempos, pero si al menos como la que más me impresionó en su época. Teniendo en cuenta que fue el primer largometraje dirigido por Bernhard Wicki, sorprende que el cineasta austriaco no goce de un mayor reconocimiento, pues no cabe duda de que dentro del género ha sido muy influyente, al demostrar que el cuidado de la puesta en escena está por encima de los medios, y que no hace falta movilizar ejércitos enteros para recrear grandes batallas de la historia de la II Guerra Mundial. Está comprobado que resulta mucho más escalofriante el cara a cara de los combatientes que luchan cuerpo a cuerpo, en cuanto protagonistas de escaramuzas en las que las bajas se sienten a modo de pérdidas irreparables.

Dicha estrategia reduccionista al máximo se volvía impactante en una película protagonizada por menores de edad. Cuando se habla de los niños-soldado pensamos automáticamente en las guerrillas africanas, pero se nos olvida que en Europa también los preadolescentes fueron reclutados a la fuerza por la Wehrmacht. Era el momento crítico en el que el ejército alemán perdía posiciones y soldados frente al avance aliado, necesitando de cualquier tipo de reemplazo disponible. Lo monstruoso es que nadie le diera importancia a un hecho tan desesperado y atroz, tal vez debido a que el Holocausto judío iba a ser el asunto preferente de la posguerra. Pero los asuntos internos se dejaban de lado, ante la dificultad de un examen colectivo de conciencia por parte del pueblo alemán. Y Wicki dio un paso al frente y rompió la barrera del miedo y de la vergüenza, atreviéndose a llevar a la pantalla los horrores domésticos de los que nadie parecía querer acordarse.

Y así el cineasta austriaco nacido en 1919 y fallecido en el 2000 inició su carrera como gran adaptador de novelas centroeuropeas, pues para “Die Brücke” (1959) se basó en la novela autobiográfica de Manfred Gregor, seudónimo literario del escritor y periodista Gregor Dorfmeister, que conoció de primera mano el caso relatado, sucedido el año 1945 en un pequeño pueblo bávaro. Antes de su ópera prima solamente había realizado un mediometraje titulado originalmente “Warum sind sie gegen uns?” (1958), y a partir de “El puente” ya todas sus películas estarían presentes en los premios del cine alemán. La siguiente fue “El milagro de Malaquías” (1961), con la que ganó el Oso de Plata a la Mejor Dirección en la Berlinale. De inmediato fue reclamado por Hollywood para codirigir la superproducción bélica “El día más largo” (1962), y ya en los Estados Unidos rodó “La visita del rencor” (1964), sobre una obra teatral de Friedrich Dürrenmatt y protagonizada por Ingrid Bergman y Anthony Quinn; junto con “Morituri” (1965), que encabezaron Marlon Brando y Yul Brynner a partir de una novela de Werner Jörg Lüddecke. Después volvería a Alemania para adaptar a Joseph Roth en “Das falsche gewicht” (1971), dónde ya se establecería definitivamente hasta su retirada con “Das Spinnennetz” (1989) presentada en Cannes.

La acción de “El puente” se ciñe a las 48 horas en las que los reclutas deben defender esa posición con su vida, sacrificio que se revelará inútil porque el ejército alemán lo volará finalmente para impedir el paso de los blindados enemigos. Hay una intro en la que se describe la vida en un ambiente rural de este grupo de escolares, que juegan en el río pescando y visten pantalones cortos. Se muestra la educación nacionalsocialista que reciben y el orgullo que sienten al verse uniformados, antes de descubrir la cruel realidad que les espera con apenas unas horas de improvisada instrucción militar. Algunas escenas sirvieron de inspiración a Spielberg para “Salvar al soldado Ryan” (1998).