TERESA MOLERES
SORBURUA

Brezos en suelos ácidos

Las tiendas de flores nos ofrecen brezos, rododendros y azaleas. Son las llamadas plantas ácidas porque solo les gustan los suelos ácidos, entre 4 y 5 de pH. En la naturaleza crecen en el sotobosque evitando el sol del mediodía. Al plantar estas flores, se tiende a evitar, y con razón, un lugar muy sombreado, pero es peor ignorar que sus raíces pueden entrar en competición con un seto de thuyas cercano. Las thuyas extienden sus raíces en todos los sentidos hasta más de seis metros. En estos casos, habrá que formar un foso tapizado de fieltro en el hoyo de plantación para evitar las raíces concurrentes.

Los brezos tienen una gran variedad de hojas y de colores, van del rojo-púrpura hasta el blanco pasando por carmesíes y malvas. Algunos pueden llegar a ser magníficos arbustos. Al comprarlos conviene evitar los colores demasiado vivos porque puede que hayan pasado por la “tintorería” para teñirlos y ofrecer colores insólitos y poco naturales.

A la mayoría de los brezos les gusta la exposición soleada, aunque resisten bien la semi-sombra, pero siempre con un mínimo de seis horas diarias de sol. Resisten bien que les cubra la nieve, incluso les protege del viento fuerte que reseca la tierra y les produce estrés hídrico. Prefieren suelos ácidos o silíceos, ligeros, arenosos y húmedos. Tampoco soportan los suelos arcillosos con mal drenaje. Para solucionarlo habrá que enmendar el suelo con arena y turba. Aguantan los suelos pobres y no soportan ni el estiércol ni demasiado abono. En un suelo normal se puede aportar el mismo abono que para las azaleas en el momento de la plantación. Es importante regar con moderación en sus primeros meses, dos veces por semana, de manera que el suelo permanezca húmedo pero no encharcado.

Los brezos se utilizan como cubresuelos en macizos y también como flor cortada fresca o seca. Las flores secas sin cortar lucen perfectamente en la propia planta. Los brezos plantados en grupos diferentes al pie de los árboles y de arbustos de azaleas se combinan con coníferas de variedades azuladas.

Al finalizar la floración hay que podarlos para estimular su crecimiento y mantener la forma. Y para evitar malas hierbas, hay que plantarlos agujereando una lámina de plástico y luego cubrirlo con una capa de cortezas.