IñIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

La casa ancestral

La casa, más que cualquier otra construcción, tiene un valor especial para la arquitectura. Al fin y al cabo es la morada, el lugar donde se habita, el reducto máximo de la intimidad de la persona. Probablemente las primeras construcciones de la humanidad respondían a esa necesidad, la del cobijo, la de la vivienda frente a un medio hostil como la naturaleza.

Esa idea primitiva está impresa en un lugar recóndito de nuestra memoria colectiva, independientemente del poder que el ser humano cree ostentar ahora frente a lo natural. Un poder que de vez en cuando queda reducido a la nada, con tormentas, sismos o mareas que nos recuerdan la fragilidad de nuestro habitar.

Aprovechando la iniciativa Living Architecture, Peter Zumthor ha construido la casa “Secular Retreat”, término cuya traducción literal sería algo así como Retiro Seglar, que abandonando connotaciones religiosas, podría ser interpretado como ancestral o que permanece desde hace siglos. Toda una declaración de intenciones por parte de Zumthor, que suma su propuesta a las ejecutadas ya en la zona por los holandeses MVRDV, el británico John Pawson o el artista plástico Grayson Perry.

Living Architecture es una empresa creada por el escritor Alain de Botton que persigue acercar la arquitectura contemporánea a la gente, mediante el alquiler de casas diseñadas por arquitectos de reconocido prestigio. En realidad, el estudio de Zumthor fue uno de los primeros en recibir el encargo, pero el tiempo empleado por el arquitecto suizo para realizar el proyecto, elegir los materiales e ir puliendo los detalles ha provocado que la obra haya sido la última en ser finalizada.

La casa, que ha consumido más de diez años en su construcción, es el primer edificio de Zumthor en Gran Bretaña, tras la realización del pabellón efímero que construyó para la Serpentine Gallery. Se encuentra en la cima de una colina en el sur de Devon (Inglaterra), desde donde se puede disfrutar de una vista impresionante. Su diseño es muy sencillo, todo se organiza en una sola planta, a lo largo de dos alas, una con dos dormitorios, y la otra con tres y todas las habitaciones están dotadas de su propio cuarto de baño. Donde las dos alas se encuentran, el espacio se amplía bajo un gran palio de hormigón que construye un generoso espacio habitable. Este lugar de relación incluye una cocina a medida, una sala de estar que rodea una chimenea central, además de un par de áreas tranquilas donde los ocupantes pueden disfrutar de cierta intimidad para leer, escribir o escuchar música.

Detalles del pasado. El edificio se encuentra en el solar de una casa que fue demolida en la década de 1940. Aún quedan algunos detalles de la antigua propiedad que entretejen una relación directa con la nueva construcción, como un patio hexagonal que da servicio a la cocina y un conjunto de pinos de Monterrey que ahora tienen unos 20 metros de altura y protegen el inmueble. De este modo, la vivienda, que se apoya en el paisaje y las vistas para conquistar la parcela, celebra el lugar, estableciendo un vínculo casi primitivo con el sitio que ocupa, dando a entender que lleva en el lugar una eternidad.

En cierto sentido la casa se comporta como un hotel en la zona de los dormitorios y como un espacio público en esa zona central que a modo de plaza permite la reunión de los habitantes de la vivienda. El retraso acumulado por la obra se debe, sin lugar a dudas, a un cúmulo de circunstancias, pero el alto nivel de detalle constructivo y de artesanía aplicado en la construcción es uno de los principales motivos de la demora de los trabajos.

La casa ha sido construida a base de grandes muros ejecutados con hormigón apisonado a mano, una técnica lenta y antigua que elimina los medios mecánicos y produce ese rayado casi geológico que caracteriza los muros ejecutados, tanto en el interior como hacia el exterior. Esa textura de tongadas apiladas se debe a que cada capa apisonada requiere de un día de trabajo. Así, al igual que los anillos de un tronco marcan su edad, cada línea presente en el hormigón representa el trabajo de un día. El grosor de esta tectónica material se refleja en las grandes y profundas aberturas de las ventanas, diseñadas para aprovechar al máximo las vistas hacia el paisaje manteniendo siempre un grado de confortable privacidad.

Los suelos son de piedra caliza y están basados en un patrón realizado a medida que va adaptando exactamente las dimensiones de cada losa que provenía de la cantera al despiece planteado por Zumthor en el solar.

El edificio podría resumirse en definitiva como un conjunto material sólido en el que la presencia de la materia y el dominio del espacio, la luz y la sombra construyen un habitar que se podría calificar de arcaico, de primigenio. Un hábitat en el que la casa te protege del medio y al mismo tiempo te permite una relación directa con el entorno, reinterpretando el primitivismo de la cueva desde el confort absoluto del lujo más contemporáneo.