XANDRA ROMERO
SALUD

La dieta y la artritis reumatoide

En las últimas décadas, el tratamiento de la artritis reumatoide ha mejorado mucho gracias a la utilización de fármacos altamente eficaces. Sin embargo, los enfermos suelen requerir tratamiento farmacológico de por vida, que no suele estar exento de efectos adversos. Por esta razón, muchos de los pacientes (entre un 30 y un 60%) a menudo acuden a la medicina complementaria, buscando fuentes adicionales de alivio y/o menores efectos secundarios.

Una de estas fuentes adicionales de alivio cuya evidencia indica que es, además, segura es la dieta. Pero no cualquier tipo de dieta: la ingesta de alimentos incluidos en la dieta mediterránea puede influir, según los expertos, de manera positiva en pacientes que padecen artrosis reumatoide u otro tipo de enfermedades de curso inflamatorio.

Sabíamos que ciertos alimentos, o más bien la combinación de algunos de estos, juegan un papel importante en el desarrollo y en la progresión de enfermedades crónicas como las cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, ciertas enfermedades neurodegenerativas, la diabetes, el síndrome metabólico, la obesidad y la artritis o la artrosis. Una de estas cualidades, resultante de la combinación de ciertos nutrientes incluidos en la dieta mediterránea y que parece ser la clave en estas enfermedades, es el posible efecto antiinflamatorio que, en este caso, se cree que podría proteger del daño articular. Hace tiempo que sabemos que incluso enfermedades como la obesidad cursan con un estado de inflamación de bajo grado en nuestro organismo que se relaciona con numerosas condiciones clínicas asociadas al sobrepeso. Por eso, la obesidad es de forma indirecta también una condición adversa para el curso de la artritis reumatoide.

En esta inflamación, así como en la producida en la propia artritis y otras, participan una serie de proteínas que funcionan como mediadores y que son las responsables del daño y de la inflamación. Estas se fabrican a partir de determinados nutrientes de nuestra alimentación, como por ejemplo a partir de las grasas omega6, de las cuales resultan sustancias inflamatorias. De forma contraria, a partir de las grasas omega3 se fabrican mediadores antiinflamatorios.

Por lo tanto, como decíamos, una dieta que se ajuste al patrón de dieta mediterráneo –excluyendo la “recomendación” de tomar algún tipo de alcohol como vino o cerveza– puede resultar coadyuvante en el tratamiento de la artritis reumatoide; es decir, que dontribuye o ayuda a la solución de la enfermedad de una forma complementaria. En este caso lo hace sobre todo gracias a su ingesta de grasa omega3, que está presente en los pescados azules, los frutos secos y el aceite de oliva virgen extra.

Pero, además, gracias a la elevada densidad de frutas y verduras presentes en este patrón alimentario, nos beneficiaremos de un elevado consumo de polifenoles que tienen efecto protector por sus propiedades antiinflamatorias y por su capacidad antioxidante.

La dieta mediterránea se caracteriza por un alto consumo de alimentos de origen vegetal (verduras, legumbres, frutas, nueces, cereales, sobre todo granos integrales), el aceite de oliva como la principal fuente de grasa, cantidades moderadas de lácteos (yogur y queso), consumo moderado de pescado azul y un bajo consumo de carne.

Esto sugiere que precisamente los alimentos que están excluidos de esta descripción –por ejemplo, los azúcares, las harinas refinadas, el alcohol y las carnes rojas procesadas– serían los productos a evitar de forma general, pero con más razón en pacientes con enfermedades inflamatorias como es, en este caso, la artritis reumatoide.