IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Contenedor cultural

Tilburg fue antaño la encargada de suministrar las locomotoras al sistema ferroviario holandés. Este cometido de gran potencia económica dejó en la ciudad grandes instalaciones industriales, que ahora entendidas como grandes contenedores, son reciclados en nuevos equipamientos públicos. El antiguo hangar destinado al montaje final de las locomotoras, un inmenso pabellón construido en 1930, se ha transformado en la pieza fundamental de esta recuperación del patrimonio industrial.

El rediseño de las viejas instalaciones industriales en gran centro cultural abierto a la ciudad fue encargado a un equipo dirigido por los arquitectos de CIVIC, en colaboración con Braaksma y Roos architecten, y con la participación de Arup y el estudio de Petra Blaise en las piezas textiles. Manteniendo el esquema del gran hangar industrial para locomotoras, el LocHal es un gran espacio público cubierto con un amplio programa cultural y social, que respeta la potente estructura del edificio ferroviario.

El nuevo equipamiento contendrá principalmente una biblioteca pública y varios institutos relacionados con el patrimonio y el conocimiento. Las nuevas funciones se desplegarán desde una gran plaza pública central, para acoger además espacios de trabajo, áreas de conferencias, áreas expositivas, un salón auditorio y un restaurante. El diseño espacial se adapta a la idea de un área laboral, abierta y productiva. Todo esto sucederá en un paisaje abierto de escaleras, espacios de trabajo y estudios abiertos, cada uno con su propia atmósfera, de modo que esta combinación de espacios se pueden encontrar a lo largo de todo el bloque.

La rehabilitación del LocHal cataliza la reurbanización de la antigua área ferroviaria que ocupaba gran parte del centro de esta ciudad del sur de los Países Bajos. De algún modo el edificio reordena y activa las rutas públicas y lugares que lo rodean. Su ubicación en medio de un nodo de transporte público y la transparencia de su construcción convierten el proyecto en un atractivo centro de intercambio de conocimientos e información para toda la región.

El edificio está acondicionado local y adaptativamente para uso mixto. El ayuntamiento tiene un concepto climático abierto adaptado a su papel de foro cubierto. La zona de asientos en el paisaje de las escaleras se calentará y enfriará, y las oficinas tendrán su propio sub-clima. Esto crea una temperatura flexible y cómoda mientras se conserva la envolvente monumental.

Con una planta de grandes dimensiones, 90 x 60 metros y una altura de 15 metros, es a la vez imponente y acogedor. La nueva biblioteca fue diseñada para ser un edificio extremadamente accesible: el hall de entrada toma la forma de una plaza de la ciudad cubierta, con grandes mesas de lectura, acompañada por el área de exposiciones y un quiosco-café. El suelo se pliega en amplias gradas que pueden usarse como asientos de un auditorio improvisado en el que realizar eventos. Estos escalones conducen al edificio principal, que destaca por sus enormes fachadas de vidrio que permiten una abundante luz natural. En el segundo piso, la galería y las escaleras admiten una inspección más detallada de la construcción histórica del bloque industrial y permite a los visitantes navegar por las estanterías o hacer uso de las tranquilas áreas de lectura. Un piso más arriba hay un gran balcón que se abre al entorno ofreciendo una vista panorámica de la ciudad.

Al servicio de la idea. El LocHal ha redefinido la función de una biblioteca en la era digital. Si bien existen las instalaciones habituales para el “consumidor de libros” tradicional, también brinda amplias oportunidades para la creación de nuevos conocimientos. La “curaduría” se ha vuelto tan importante como los propios libros: la interacción con expertos ofrece una forma más profunda y rica de adquirir información. Esta idea requiere, por tanto, de un sitio singular, lleno de espacios informales en los que se provoquen esas relaciones y todo sea más transparente y evidente. Una espacialidad, en definitiva, ofrecida por una arquitectura al servicio de esa idea, y no al revés, impuesta a un modelo de usuario único.

En ese sentido, la arquitectura se sirve del colosal entorno industrial para aprovechar su forma de contenedor y llenarlo de todo tipo de actividades. El diseño interior, lleno de elementos móviles y adaptables a diferentes circunstancias, crea una capa adicional que agrega una variación lúdica a la experiencia histórica del gran recinto fabril. En medio de toda esta apertura, ciertos eventos y actividades pueden requerir una escala menor o un grado de privacidad más acotado. Para ese fin se han diseñado seis enormes pantallas textiles que se extienden hasta el techo, acentuando así la escala monumental del edificio al tiempo que definen áreas separadas y mejoran las propiedades acústicas de esos recintos interiores.

Además de acotar espacios para la realización de actividades puntuales, estos elementos textiles se pueden colocar también frente a las ventanas en el lado sur del edificio, de modo que las pantallas suavizan la luz que fluye a través de las altas fachadas de vidrio hacia la plaza interior. Cuando el sol toca sus superficies transparentes, las cortinas se convierten en cascadas luminosas que hacen brillar el amplio paisaje interior. El nuevo diseño arquitectónico es una reinterpretación contemporánea del viejo edificio industrial y se basa en la lógica del diseño de aquel gran contenedor, que ahora se interpreta como una fábrica al servicio de la cultura.